Baskonia conquista el Palacio a pesar de un monstruoso Doncic (87-91)

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Luka Doncic, rodeado por dos jugadores de Baskonia. (EFE)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

La primera derrota de la temporada –Supercopa aparte– para el Real Madrid llegó en casa, ante Baskonia, y en un encuentro para olvidar en varios tramos. Los blancos cedieron por 87-91 en un choque en el que se dejaron muchas opciones en el primer cuarto y en el que Luka Doncic no pudo solucionar los altibajos de sus compañeros a pesar de cuajar una actuación monstruosa. Jaka Blazic hizo de villano del equipo blanco con dos triples que rompieron la remontada que tanto había costado lograr a los de Laso.

Baskonia tomó el mando de inicio a base de intensidad y sobre todo, un gran acierto permitido por la fría defensa madridista. Shengelia se convertía en el dueño del partido con ayuda de sus compañeros, mientras que Ayón, prácticamente solo, mantenía a su equipo a base de coraje en ataque.

Larkin, uno de los secuaces de Shengelia en el fulgurante inicio baskonista, cogió el testigo de su compañero para liderar a base de calidad y tiros inverosímiles, algo que descolocó aún más a un frustrado Madrid, que veía como caía por trece puntos y con la sensación de que su zona era un patio de juegos para el rival.

Un parcial de 4-0 favorable a los blancos parecía iniciar de manera tímida la remontada, pero todo parecía al revés en el Madrid en la noche del martes. Llull perdía balones, Hunter no defendía… y entre tanto, una racha de tiro inmejorable de Blacic ponía la máxima del partido (28-45).

El empeño de un niño llamado Luka Doncic acercó al conjunto madridista en el marcador y dos decisiones arbitrales que perjudicaron al Real sirvieron de mecha para encender a la afición, aunque el equipo aún no acompañaba, víctima de la sobreexcitación, personificada en la figura de Randolph, dispuesto a hacer la guerra por su cuenta sin prácticamente éxito.

Un mate de concurso de Carroll –este hombre también salta para machacar– rompía la barrera de los diez puntos, con la afición animando y gritando a los árbitros a partes iguales. El descanso llegaba con intento de canasta sobre la bocina de Llull, pero hoy tampoco parecía el día para eso.

Segunda parte, otra historia

El comienzo de tercer parcial sirvió para confirmar el cambio que tanto necesitaba el Madrid. Subiendo el ritmo (Llull), peleando bajo el tablero (Ayón) y con una marcha más también en defensa, las carencias de Baskonia, a pesar de la actividad de Hanga, saltaban a primer plano. Y de pronto, el partido estaba en cuatro puntos.

Dos acciones casi consecutivas de Luka Doncic rompieron un periodo de errores que dejó el partido como estaba, y eso, vista la localía y la remontada madridista, era bueno para los de blanco. La calidad del joven esloveno había equilibrado el partido y ahora nadie se atrevía a decir nada de que el Real Madrid no pudiera ganar el partido (66-69).

El encuentro de Doncic, que llevaba más de 20 minutos seguidos en pista, parecía destinado a convertirse en un monólogo solo aptos para mayores de edad. Un 2+1 del mago adolescente igualaba el partido y, ya sentado en el banco, su sustituto, Carroll, terminaba de afilar el cuchillo para poner por delante al campeón de 2015.

Blazic se vistió de héroe

Cada salto de Hunter, resucitado también en la segunda mitad, producía una acción en dos minutos de éxtasis en el que el Palacio llegó a rozar una diferencia de diez puntos favorable a su Madrid, pero dos defensas dignas del primer cuarto de los horrores devolvieron la vida a Baskonia, que volvía a asomarse al liderato.

Quedaba un minuto cuando Blazic se vistió de héroe para enchufar un triple de ocho metros que silenciaba a los blancos y le daba las llaves del partido a Baskonia. Felipe puso por delante de nuevo al Real, levantando el Palacio, pero una bandeja de Hanga y un nuevo canastón de Blazic desde la larga distancia dejaban el partido, y la primera derrota del Madrid, vista para sentencia. 

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