La fiebre espacial, el verdadero peligro de los astronautas
Viajar al espacio puede definirse como uno de los sueños más habituales entre los niños y niñas de todo el mundo. Convertirse en un auténtico astronauta lleva años de estudio y preparación física, ya que enfrentarse a las fuerzas del espacio requiere un entrenamiento ejemplar de cuerpo y mente. Los peligros desconocidos del universo pueden atacar en cualquier momento y es necesario estar preparado para oponerse a enfermedades tales como la fiebre espacial, una curiosa afección que se define como uno de los enemigos más temidos por los astronautas ¿En que consiste la fiebre espacial? Te lo contamos.
El mal del astronauta
La exposición de los seres humanos en el espacio es mucho más peligrosa que la que pueden padecer en el planeta Tierra. Las condiciones de ingravidez que sufren estos profesionales tienden a elevar la temperatura corporal hasta unos rangos poco comunes en nuestro planeta. Este extraño suceso tiene el nombre de fiebre espacial y puede aparecer incluso cuando el cuerpo se encuentra en estado de reposo. Al menos así lo han publicado en la prestigiosa revista Scientific Reports en el que ha sido considerado como uno de los artículos más interesantes del pasado año.
La fiebre espacial no actúa de forma instantánea. Para que un astronauta pueda padecer los síntomas típicos de esta afección debe de haber pasado varios meses en el en condiciones de ingravidez. Los expertos estiman una etapa mínima de dos meses y medio para que los signos de la fiebre espacial comiencen a aparecer. En muchos casos, la temperatura corporal de los astronautas puede superar los 40º C. Asimismo, el nivel no baja de los 37ºC en ningún momento del día, aunque los profesionales se mantengan en estado de reposo.
¿Cómo evitar la fiebre?
Con la finalidad de mejorar la estancia de los astronautas en el espacio, la comunidad científica se ha puesto manos a la obra para intentar mejorar las condiciones de estos seres humanos en el espacio. Gracias a este tipo de esfuerzos conocemos más datos acerca de la fiebre espacial. El dispositivo más destacado se basa en un conjunto de sensores ultrasensibles colocados en la frente de los astronautas que son capaces de mostrar la temperatura corporal de los mismos en todo momento. «Desarrollamos una nueva tecnología que combina un sensor de temperatura superficial de la piel con un sensor de flujo de calor, y que es capaz de medir incluso cambios menores en la temperatura de la sangre arterial», afirma Hanns-Christian Gunga, coautor del trabajo.
Por el momento, los datos que se conocen en relación a la fiebre espacial son escasos. Sin embargo, está claro que tal y como argumenta Gunga :»en condiciones de ingravidez, nuestros cuerpos encuentran extremadamente difícil eliminar el exceso de calor. La transferencia de calor entre el cuerpo y su entorno se vuelve significativamente más desafiante en estas condiciones».
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