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Los científicos tiemblan: descubren un planeta gigante que cambia todo lo que sabíamos hasta ahora

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A lo largo del tiempo, la ciencia ha ido dibujando un mapa del universo repleto de normas que, aunque complejas, ofrecían cierta coherencia en el caos estelar. Gracias a modelos teóricos respaldados por observaciones, los astrónomos han logrado entender cómo se forman los planetas y qué condiciones son necesarias para que aparezcan cuerpos gigantescos como Júpiter o Saturno. Pero de vez en cuando, el universo lanza un reto directo a ese conocimiento consolidado. Recientemente, un equipo de científicos internacionales ha protagonizado un descubrimiento que está poniendo en tela de juicio algunas de las suposiciones más firmes sobre la formación planetaria.

Este hallazgo, que surge del análisis detallado de datos proporcionados por la NASA, ha revelado la existencia de un exoplaneta de grandes dimensiones orbitando una estrella diminuta. A simple vista, podría parecer un simple descubrimiento más en el extenso catálogo de exoplanetas, pero lo cierto es que sus características rompen con lo que hasta ahora se consideraba inamovible: que sólo las estrellas más masivas podían albergar planetas tan grandes. Esta anomalía cósmica ha despertado un profundo interés en la comunidad científica y está provocando una revisión de las teorías más aceptadas.

Una estrella pequeña con un planeta descomunal

La piedra angular de este revuelo astronómico es un exoplaneta bautizado como TOI-6894b, que orbita alrededor de una estrella identificada como TOI-6894, un astro con apenas una quinta parte de la masa del Sol. En condiciones normales, y según lo que la ciencia ha establecido hasta ahora, un sistema como este no debería albergar un planeta de tales dimensiones.

Las leyes actuales indican que las estrellas pequeñas, debido a su limitada masa y capacidad de generar discos protoplanetarios extensos, no poseen el material suficiente como para dar origen a un planeta tan voluminoso. Sin embargo, TOI-6894b existe, y su presencia es tan real como desconcertante.

Este planeta tiene una naturaleza gaseosa, con una densidad baja y un tamaño que supera el de Saturno, aunque sorprendentemente sólo tiene la mitad de su masa. Además, su atmósfera se presenta inusualmente fría, otro rasgo que añade complejidad a este rompecabezas astronómico. El contraste entre la escasa potencia de su estrella madre y el tamaño imponente del planeta lo convierte en uno de los casos más insólitos conocidos hasta la fecha.

¿Cómo se forma un planeta así?

El modelo vigente para explicar la creación de planetas parte del concepto del disco protoplanetario, una especie de anillo de gas y polvo que rodea a las estrellas jóvenes. Cuando las condiciones son propicias, los materiales de este disco se aglutinan por la fuerza gravitacional hasta formar cuerpos de tamaño creciente, que eventualmente se convierten en planetas. La cantidad de material disponible depende directamente de la masa de la estrella central: cuanto mayor sea esta, mayor será el disco, y por tanto, más posibilidades habrá de que se formen planetas gigantes.

En consecuencia, una estrella tan ligera como TOI-6894 no debería haber sido capaz de generar un planeta como TOI-6894b. Y sin embargo, lo ha hecho. Este descubrimiento pone en duda las teorías actuales y obliga a los expertos a reconsiderar qué otros mecanismos podrían estar implicados en la formación de planetas gigantes, especialmente en entornos extremos o poco convencionales.

Tecnología y colaboración internacional

Este hallazgo no ha sido fruto del azar, sino el resultado de un trabajo meticuloso liderado por un consorcio de científicos de todo el mundo. En particular, los datos fueron extraídos y analizados a partir de las observaciones del satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite), un proyecto de la NASA cuyo principal objetivo es detectar exoplanetas mediante el método del tránsito: pequeñas variaciones en la luz de una estrella que indican el paso de un planeta por delante de ella.

España ha tenido un papel destacado en esta investigación, a través del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Desde un telescopio de apenas 1,5 metros, se lograron tomar datos cruciales que confirmaron la existencia de TOI-6894b y permitieron analizar sus propiedades con gran precisión. El investigador Francisco José Pozuelos, miembro del IAA, ha descrito este caso como uno de los más extremos y sorprendentes jamás detectados en cuanto a la relación entre la masa de la estrella y el tamaño del planeta que la orbita.

Futuro de la astronomía planetaria

Más allá del asombro inicial, lo cierto es que este descubrimiento puede tener implicaciones duraderas para el estudio de la diversidad planetaria. La existencia de TOI-6894b sugiere que los planetas gigantes no son exclusivos de las estrellas masivas, lo que extiende considerablemente el abanico de posibilidades al momento de buscar mundos similares o incluso más extraños.

En otras palabras, la galaxia podría estar repleta de planetas gigantes orbitando estrellas enanas, un tipo de configuración que hasta ahora se consideraba altamente improbable. Ésta nueva perspectiva podría influir directamente en futuras misiones espaciales, tanto en su diseño como en sus objetivos prioritarios.

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