Si nos dan a elegir

Si nos dan a elegir

Aunque yo solo tenía 12 años cuando falleció, muchos de los consejos de mi padre se me quedaron grabados en la memoria. Más allá de las normas de urbanismo que desgraciadamente hoy se han perdido, recuerdo una advertencia que viene al caso: «nunca te metas en un negocio del que no entiendas», que desde luego no rige en el mundo del fútbol en general ni el RCD Mallorca SAD en particular.

El CEO, nunca bien ponderado personaje, Alfonso Díaz, ha reconocido recientemente que parte del desfase presupuestario del club se debe a que la reforma del estadio ha costado 14 millones más de los 27 que sufragaba el fondo CVC a través de la Liga de Fútbol Profesional mediante la devolución de 50 años de una parte de los derechos audiovisuales de los clubs adheridos, todos menos el Real Madrid, el Barça, el Athlétic i la U.D. Ibiza.

Si a la afición le hubieran dado a elegir habría preferido unas cerchas con menos iluminación roja o un tipo de cobertura mas económica, un restaurante de lujo no utilizado sin licencia para fiestas ni espectáculos o un túnel de vestuarios sin tanto cristal para que los futbolistas se exhibieran en su salida al terreno de juego para ser admirados cual bichos en un zoo y, en su lugar, el fichaje de uno o dos futbolistas capaces de justificar en el campo la cantidad excedida.

Claro que el traspaso de Kang-in Lee ya produjo liquidez para invertir en refuerzos y el director de fútbol, Pablo Ortells, decidió pagar 7 «kilos» y medio por Larin.

Lo que no dijo mi padre, porque no lo sabía, pero sí un director deportivo de renombre es que: «un club de fútbol es como tener un amante o un yate; si no estás dispuesto a perder algún dinero cada año, no los tengas». Esa es una de las partes que Andy Kohlberg y su tripulación desconocen y nunca aprenderán.

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