Montesión bien vale una misa

El colegio y el convento de Montesión cierran definitivamente sus puertas tras casi cinco siglos de historia

Montesión ha sido hasta su cierre el pasado mes de junio el colegio de los jesuitas más antiguo en todo el mundo

La dirección de los jesuitas ha sido incapaz de ofrecer explicaciones convincentes sobre el cierre del colegio y el convento

Montesión
Celebración de la misa en la capilla de San Alonso de Montesión.

Fue a finales del siglo XVI cuando Enrique de Borbón, hugonote, decidió convertirse al catolicismo para poder reinar en Francia y cuando se dice que pronunció la frase, probablemente apócrifa, de que «París bien vale una misa». Varios años antes, en 1556, los jesuitas habían llegado a Mallorca para fundar el convento y el colegio de Montesión, cuya iglesia ha acogido este jueves su última misa tras la marcha de la Compañía de Jesús y el cierre definitivo del templo. Y en atención a sus casi cinco siglos de historia no cabe duda de que Montesión bien vale una misa.

En 1561 llegó en barco a Palma un grupo de jesuitas desde Roma enviados por el entonces general de compañía. En Roma estaba Jerónimo Nadal, que era mallorquín y que presionó mucho para que los jesuitas se instalaran en Mallorca.

El Ayuntamiento les recibió con los brazos abiertos y les regaló una capilla que albergaba un valioso retablo gótico. Ocuparon unas casitas que había en el mismo lugar y con el tiempo fueron comprando toda la manzana de Montesión. La iglesia se inició a finales del XVI y se terminó en 1682. El colegio de Montesión ha sido hasta el momento de su cierre el pasado mes de junio, el más antiguo de la Compañía de Jesús en todo el mundo.

La historia del cierre se remonta a hace ya casi cinco años cuando se presentó el denominado Plan Montesión. Tanto la iglesia de Montesión como el claustro y la parte más antigua del convento y del colegio presentan deficiencias arquitectónicas y requieren una restauración.

La Compañía de Jesús fue advertida del mal estado de todo el conjunto histórico precisamente por la Asociación de Antiguos Alumnos. La dirección de los jesuitas se hizo cargo de la situación y lanzó el Plan Montesión que consistía básicamente en el cierre del colegio y la cesión de la iglesia y la mayor parte del convento por un periodo de setenta años a una empresa privada para crear una residencia asistida de personas mayores.

A cambio de la cesión de todo el conjunto de 9.000 metros cuadrados, la empresa privada asumía la restauración de todo el conjunto histórico, incluido el claustro, la iglesia y las partes más antiguas del convento y el colegio.

En el proyecto inicial se contemplaba reservar una parte del recinto a la comunidad de los jesuitas. Nada se dijo entonces de cerrar el convento y enviar los padres a la península.

La sorpresa llegó a principios de junio del pasado año cuando el padre provincial, Enric Puiggròs, se desplazó a Palma para comunicar a los diez padres jesuitas que debían abandonar Mallorca y trasladarse a la península. 

La reserva de una espacio para la comunidad de padres jesuitas de Mallorca, además, había desaparecido misteriosamente del proyecto de reforma del denominado Plan Montesión.

La noticia del cierre del convento causó estupor y sorpresa entre los jesuitas de Mallorca aunque pronto la dirección de la compañía les prohibió manifestarse contra la clausura de un convento con casi cinco años de historia. «Hemos hecho  voto de obediencia y a obedecer toda», afirmaba recientemente a OKDIARIO el padre Miquel Garau, tras expresar su profunda tristeza y desacuerdo con el cierre del convento. El padre Garau es junto al padre Pons el último jesuita de Mallorca. Los dos han podido evitar la expulsión de Mallorca al ser acogidos por los franciscanos en el convento de la Porciúncula.

La segunda sorpresa de Montesión

La segunda sorpresa, conocida también el pasado verano, fue que el proyecto del Plan Montesión ya no es construir una residencia de mayores sino que se pretende dar al conjunto históricos un uso residencial.

Se abren así las puertas a su reconversión en un hotel. Sorpresa también ha sido que a la empresa privada, concretamente Víctor Madera, consejero delegado de Quirón, se le cede también la iglesia de Montesión, el claustro y toda la parte museística. En definitiva, que no queda nada en manos de los jesuitas.

A todo esto añadir que la iglesia de Montesión acoge el cuerpo de San Alonso Rodríguez, nombrado Santo Patrono de Mallorca en 1633. Fue beatificado en 1825. Su canonización tuvo lugar el 6 septiembre de 1888.

Alonso Rodríguez nació en Segovia en 1533. Estaba casado y era padre de familia. Al quedarse viudo solicitó a los jesuitas que lo aceptaran en su comunidad, pero no fue admitido debido a que ya bordeaba los 40 años de edad, y tampoco tenía estudios en las ciencias y las humanidades. Sin embargo, el superior cambió de parecer, y lo aceptó como hermano lego, y sería ésta la profesión que lo llevaría a la santidad.

Los superiores lo enviaron a la isla de Mallorca como portero del colegio de los jesuitas de Montesión, y de todos los amigos que San Alonso tuvo mientras fue portero, destaca San Pedro Claver.

La dirección de la Compañía de Jesús ha sido incapaz de ofrecer explicaciones convincentes sobre el cierre del colegio de Montesión y la expulsión de los jesuitas de Mallorca. Ha sido todo una operación inexplicable tanto a la vista de los propios padres jesuitas que residían en Montesión como de las diversas personas vinculadas a la misión de la compañía en Mallorca.

Tras detectarse deficiencias en el convento y la iglesia de Montesión, la decisión de la dirección de la Compañía de Jesús no fue afrontar un plan de restauración, como han hecho colegios-convento más antiguos como San Francisco y San Agustín, sino que optó por cerrarlo todo y ceder el conjunto monumental durante 70 años al empresario asturiano Víctor Madera. A cambio de esta cesión, según el acuerdo inicial, el empresario debía restaurar la iglesia y el convento, crear una residencia para mayores y reservar un espacio para la comunidad de jesuitas.

Sin embargo, toda la operación, calificada con frecuencia de pelotazo urbanístico, está rodeada de irregularidades.

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