CRÍTICA

‘Mont Ventoux’: y entonces Juana de Arco pasaba por ahí

El Teatro Principal de Palma ha acogido el montaje de Kor'sia

Mont Ventoux
El montaje de Kor'sia 'Mont Ventoux'.

El montaje de Kor’sia Mont Ventoux apenas se aleja 16 meses del estreno absoluto. Así pues, aún se encuentra en pleno apogeo y de hecho días antes de presentarse en el Teatro Principal de Palma acudía al Teatro Nacional de Lituania donde en el programa de mano podía leerse: el espectáculo incluye flashing lights (luces intermitentes no recomendables en personas tratadas con terapias de esa naturaleza) y loud music (alta, fuerte, ruidosa).

El espectáculo se presenta como una producción ítalo-española, cuando la  idea, dirección y coreografía lleva la firma de dos de los cuatro fundadores de Kor’sia el año 2012. Se trata de Antonio de Rosa y Mattía Ruso. Para el desarrollo de la línea argumental, y de ahí el título, Kor’sia se inspira en la ascensión a Mont Ventoux en la Provenza francesa de Francesco Petrarca, su hermano Gerardo y un grupo de amigos el 26 de abril de 1336, recogida en un manuscrito del propio Petrarca donde en un momento dado reconoce que «no es impropiamente llamado Ventosum», debido a las fuertes rachas de viento que habitualmente suelen azotarlo, y de ahí precisamente, iniciar la puesta en escena con movimientos de resistencia acompañados de loud music incesante y que abrasa al espectador en los minutos iniciales. 

Después, comprobaremos que seguirán dándonos la brasa, a lo largo de los 60 minutos que dura el espectáculo, por cierto reconocido con el Premio MAX al Mejor Espectáculo de Danza, aunque en realidad estamos ante un espectáculo de teatro-danza, lo que en realidad no altera el producto.

Acudiendo al texto de Petrarca que, sin duda alguna, es parte fundamental de la puesta en escena, el poeta y filólogo italiano cuenta: «Mi único motivo era el deseo de ver lo que tan gran elevación podía ofrecerme. Trasladé mis pensamientos aliados de cosas corpóreas a las inmateriales, dirigiéndome a mí mismo de la siguiente manera: lo que hoy has experimentado de manera repentina en la ascensión te sucede como a muchos en el viaje hacia la vida bienaventurada».  Éste es el verdadero leitmotiv de la representación, desde Kor’sia traducido en los siguientes términos: «Buscar respuestas del pasado humanista para afrontar los conflictos que plantea el cambio de paradigma del siglo XXI». Así pues se mata dos pájaros de un tiro siendo Petrarca uno de los principales precursores del Renacimiento y del Humanismo.

Todo en la puesta en escena gira en esa dirección para entender lo que está sucediendo en las tablas y tal vez aquel cristal-pecera omnipresente en la representación no deja de significar el diálogo entre el pasado y el presente según la acción se vaya desarrollando en uno u otro lado del tabique.

La coreografía tiene momentos de gran acierto artístico, otros impactantes sin más, con efectos igualmente relevantes, mientras otros carecen de una transición alineada con los códigos del lenguaje coreográfico. Por ejemplo, ¿qué hace pasando por ahí Juana de Arco? ¿Tal vez que en 1337 comenzó la Guerra de los Cien Años de la que fue gran protagonista en su momento final? ¿Se perseguía un desnudo integral en plan efectista? ¿Hablamos, en realidad, de Madonna Laura, la idea recurrente del amor en Petrarca? Pues entonces nos hemos ido de La ascensión al Cancionero, cuyo inicio de redacción es prácticamente contemporáneo de Mont Ventoux.

Una pregunta más: ¿qué carallo pinta el lindo gatito metido en la urna? ¿Es tal vez la surrealista encarnación del cambio de paradigma? También es cierto que una de las máximas en Kor’sia es «la primacía del riesgo como activo en la escena contemporánea dancística». Un riesgo capaz de adoptar múltiples formas y boutades, que todo lo justifica un presente líquido.

Insisto en que a lo largo de la obra hay momentos de brillante categoría, en especial las bellísimas y carnales evoluciones del cuerpo de baile. También los permanentes solos y pas de deux, todos ellos transmitiéndonos de paso la violencia crónica que vivimos en el presente. Mientras hay otros que a mi modo de ver son producto del juego de las provocaciones. Acabada la representación reconozco que no aplaudí. Probablemente porque seguía sumido en una profunda duda: ¿Qué hacía Juana de Arco pasando por allí?

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