Jaime Martínez, un incansable y eficaz gestor que puede devolver a Palma su esplendor
Quiere ser el próximo alcalde ante el imparable deterioro que ha sufrido la capital balear estos ocho años con la izquierda
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Jaime Martínez: «Voy a ser alcalde»
Cuentan viejas crónicas periodísticas que un tal Joaquín Miranda, que había sido banderillero del gran torero sevillano Juan Belmonte, fue nombrado gobernador civil de Huelva tras la Guerra Civil. En el ejercicio de su cargo, un día le tocó presidir un festival taurino benéfico al que asistía el famoso matador. Y un buen amigo de éste, conociendo el antiguo vínculo profesional existente entre ellos, le preguntó a Belmonte: «Don Juan, ¿cómo se puede llegar desde banderillero suyo a ser gobernador civil?» A lo que respondió la gran figura del toreo: «Pó cómo va a sé, degenerando, degenerando…».
Esa divertida anécdota nos proporciona una buena medida de la consideración social que tienen en España la mayoría de cargos políticos y eso que estamos hablando de un ejemplo de hace más de 80 años. Ese no va a ser precisamente el caso de Jaime Martínez Llabrés, probable ganador de las próximas elecciones municipales al Ayuntamiento de Palma -así lo dicen todas las encuestas-, quien ni llega a la política degenerando, ni va a hacer degenerar más a su querida ciudad. Seguramente todo lo contrario.
Sabemos que, en pocos años, Palma ha pasado de ser la mejor ciudad del mundo para vivir (según The Times en 2015) a ser la ciudad más sucia y pintarrajeada de España (encuesta de la OCU en 2023). Y esa imparable degeneración de nuestra capital tiene un nombre propio, José Hila, alcalde socialista con gobierno de coalición durante las dos últimas legislaturas, al que el candidato popular aspira a suceder en las venideras elecciones.
Hila ha sido siempre un gris hombre de aparato, colocado toda su vida en diferentes cargos políticos por el PSOE sin haber destacado jamás en la gestión de nada. Cosa que se ha reflejado en su lamentable trayectoria municipal, comandando -que no dirigiendo- un conflictivo equipo integrado por partidos y personajes difícilmente conciliables, todos más dedicados a los gestos propagandísticos que a la gestión eficaz y a la resolución de los problemas de los palmesanos.
Martínez es, por el contrario, un destacado profesional, alguien que -por fortuna- ha dedicado algunos años de su vida al servicio público en puestos de máxima responsabilidad. Arquitecto, hijo de arquitecto, con conocido estudio de arquitectura abierto en la ciudad de Palma, comenzó a demostrar su vocación de servicio público como director de Ordenación del Territorio, Comercio y Turismo del Ayuntamiento de Calvià, cargo en el que exhibió sus amplios conocimientos urbanísticos y del mundo turístico, desarrollando una gestión municipal ampliamente reconocida. Ello le llevó a ser director general de Turismo del Govern balear y a ocupar más tarde el cargo de conseller de Turismo en el último mandato del PP en el poder, teniendo una significada aportación en la redacción de la Ley de Turismo de 2012, que permitió una mejora generalizada de las instalaciones hoteleras para optar por un modelo de calidad.
Tras la pérdida del poder por los populares en 2015, Jaime Martínez Llabrés volvió a su actividad privada como arquitecto, aunque nunca ha perdido su preocupación por los temas políticos y sociales, volcado esta vez en su vertiente local -en la que había demostrado brillantemente en Calvià su valía técnica y gestora- preocupado por el imparable deterioro que ha sufrido en los tiempos recientes su ciudad natal.
A Martínez se le reconoce, además de su bagaje cultural y su gran afición al arte contemporáneo, una enorme bonhomía personal. Amable, buen amigo y altamente resolutivo, se hizo conocido en el Ayuntamiento de Calvià por llamar personalmente a los ciudadanos que le habían consultado algún problema ofreciéndoles soluciones, fuera la hora que fuere.
En los últimos años, compatibilizándolo con el ejercicio de su actividad profesional, ha desarrollado una incansable labor para conocer en profundidad los múltiples problemas de los diferentes barrios de Palma, entrevistándose con innumerables colectivos vecinales y profesionales, y adquiriendo un bagaje personal que le permitirá desarrollar una gran labor si es elegido alcalde. Probablemente, en la compañía necesaria de Fulgencio Coll, otro palmesano ilustre con una brillantísima carrera profesional que le llevó a ser Jefe del Estado Mayor del Ejército y creador de la Unidad Militar de Emergencias (UME), y a gestionar con reconocido éxito considerables presupuestos y enormes equipos humanos, ambos podrán colocar Palma en el añorado lugar que le corresponde.
Las más destacadas y pujantes ciudades españolas de las últimas décadas (La Coruña, Oviedo, Málaga, San Sebastián, Vitoria o Valencia) han llegado al lugar que hoy ocupan habiendo sido lideradas por reconocidos y duraderos alcaldes. Todo hace indicar que el previsible tándem formado, desde el 28 de mayo, por Martínez y Coll puede conseguir que Palma vuelva al olimpo de las mejores. Que nunca tuvo que abandonar por historia, tradición carácter, ubicación, clima y geografía, además de por su incomparable potencial cultural, económico, turístico y residencial.