EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Fonart me acercó en vivo a Suzanne Vega en el año 2000

Palma no se merece ser Capital Europea de la Cultura por el simple hecho de no existir una base social comprometida

fonart
La cantante Suzanne Vega, durante una actuación.

Un día de 1996 dos personas que se habían conocido a través de gestiones vía telefónica decidieron sentarse cara a cara y sembrar la conversación de ideas atropelladas por el entusiasmo y que con el tiempo han plasmado un mapa muy atractivo en relación a la gestión cultural. Ella, Ana Espina. Él, Joan Carles Añibarro. Ella, salida de una discográfica madrileña de temple indie, mientras él –tal vez sin saberlo- emergiendo como pionero en áreas vinculadas con la animación cultural, un sector hoy en plena expansión. 

Así es como en aquel lejano horizonte de ideas nació Fonart, pronto ya a cumplir los 30 años de actividad. Los viejos del lugar sabemos que se trata de la matriz, pero a todo cuanto surge de su entorno lo llamamos Fonart y punto. Es decir la «familia creativa nacida en Mallorca», que es como ellos definen su proyecto global en el que prima «la música y el arte en todas sus formas y expresiones», mediante la producción de exposiciones, conciertos, festivales e incluso la edición de libros, y todo ello, con este compromiso: «La cultura como derecho, como refugio y como territorio de resistencia».

Pronto llegó un momento, tal que en 1997, en el que mentar Fonart quedó en segundo plano para emerger sus criaturas con nombre propio: Sons de Nit (el pasado 2024 celebró su 25 aniversario), Fona Fall Fest (ciclo que se concentraba en otoño), Alternatilla (proyecto multidisciplinar) pasado un tiempo desembocando en Alternatilla Jazz Fest, que estos días entra en la recta final su edición de 2025. Me atrevo a decir que hablamos de la joya que corona el emprendimiento incansable de Fonart las últimas décadas.

Lo que conecta a Sons de Nit y Alternatilla es la dispersión de escenarios y en este sentido vale en ambos casos esta reflexión de los organizadores –es decir, Fonart- celebrando los 25 años de Sons: «No es sólo buena música, también reflexión, discusión, compromiso y participación. Es arquitectura, naturaleza y sonido, porque los espacios se convierten en protagonistas de la experiencia al generarse una simbiosis expresiva entre la música en vivo y el rico patrimonio arquitectónico y natural de Baleares». ¿No les suena al principio fundacional del proyecto Fonart, el año 1996?

El objetivo de Alternatilla Jazz Fest obviamente no podía ser otro: «Acercar la escena jazzística a todo el archipiélago». Precisamente, decidí escribir el Cuaderno por la presentación el pasado miércoles 3 en el Teatro Principal de Palma de Mezquida & Chicuelo Trío, que al día siguiente viajaba a Ibiza y al otro día, el viernes 5, llegaba el turno a la big band La Vella Dixieland en el Teatro Principal de Inca. Dispersión de escenarios, y acercamiento al 30 aniversario del origen de todo.

Llevo en el oficio desde marzo de 1979, cuando empecé mi programa de radio, El tren de las 6, que me sirvió para la inmersión en el panorama de las artes escénicas, además de ser proyecto pionero en la FM en cualquier emisora de Baleares. Al menos eso pienso, a excepción de Pere Pons en Radio Popular a quien el año 1977 le pasé todos los discos y eran muchos que me compré en HMV en Oxford Street.

En los inicios de El tren de las 6, recibí una llamada: «Me llamo Miguel Ángel Sancho, voy a abrir una tienda de discos en la calle Estanco y solo quiero hacer publicidad en tu programa». Nuestra amistad continúa hoy en día. Amistad cómplice, que no mantenida a diario. Soy un lobo estepario, qué le voy a hacer. También Sancho ha sido un pionero indiscutible, que dejó un trabajo prometedor en hostelería para embarcarse en la aventura de sacar adelante un proyecto que contemplaba la venta de elepés en exquisita selección, la edición discográfica e incluso publicar libros imagino sobre la música. Hoy, Blau-Discmedi es una realidad incontestable.

Es curioso, pero tanto Fonart como Blau-Xocolat no han sido acompañados por la mirada generosa de las instituciones, a pesar de ser proyectos de una   envergadura propia de ser contemplada por una ciudad, Palma, que aspira a ser la Capital Europea de la Cultura el año 2031 y que no lo conseguirá. El hecho es que desde tiempo inmemorial las instituciones han optado a ser la repartidora antes que un espacio con clara visión de futuro. 

Al menos ambas han contribuido a seguir creyendo en el emprendimiento y en mi caso, además, Fonart me acercó en el año 2000 en el Claustro de Pollença a Suzanne Vega en vivo, estremecedor ejemplo del folk-rock indie. Y eso siempre se lo agradeceré infinito en esta tierra por demasiado tiempo ajena al circuito internacional. Ya saben, serpiente del verano: ¡Viene Bob Dylan! 

También, Miguel Ángel y yo guardamos un entrañable recuerdo: el recital del pianista estadounidense Keith Jarrett en el Auditórium de Palma el año 1981. La idea inicial era traer al guitarrista Path Metheny, por aquellos días un completo inestable en el compromiso de sus conciertos internacionales. 

Así que el plan B era Jarrett, que nos pedía 10.000 dólares. El riesgo era de Miguel Ángel, a quien su banco le denegó el crédito; no así el director de la sucursal –de tapadillo-, que creyó en Sancho. Durante un mes desplegamos  una intensa campaña, yo en mi programa El tren de las 6, él convocando a intrépida gente emergente, que vendió puerta a puerta las entradas. Al final, llenamos la Sala Magna y en el pasadizo al escenario, su manager alemán de la gira, los dos sentados en el suelo, me miró, y me dijo: «Es el mejor de los conciertos de la gira europea». Y Sancho pudo devolver el préstamo.

Sinceramente, Palma no se merece ser Capital Europea de la Cultura. Por el simple hecho de no existir una base social comprometida. Gracias entonces a Fonart y a Miguel Ángel Sancho simplemente por creer en sí mismos.

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