Cae una red criminal que utilizaba criptomonedas para ocultar una estafa bursátil de 350 millones

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Un Bitcoin.

La Policía Nacional de Granada ha desarticulado una organización criminal dedicada a estafas bursátiles a través de Internet y que habría materializado un fraude cercano a los 350 millones de euros, blanqueados bajo la forma de criptomonedas.

Los investigadores han identificado por el momento a 14 presuntos integrantes de la red, asentada en el extranjero, y que operaba por todo el continente europeo. La investigación realizada hasta el momento, y que sigue abierta, ha podido localizar y esclarecer 81 denuncias a nivel nacional vinculadas con esta modalidad delictiva.

La Policía Nacional recomienda operar sólo con entidades financieras reguladas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), huir de aquellas inversiones en las que se prometan altas rentabilidades en un corto espacio de tiempo y sin riesgo, y siempre pedir consejo u opinión a un profesional reconocido antes de aventurarse en este tipo de negocios.

Modus operandi

El modus operandi que habrían utilizado los miembros de este grupo consistía en aparentar pertenecer a una presunta entidad que ofrecía servicios financieros a través de Internet y que sería la mediadora para invertir el capital de las víctimas en todo tipo de activos, como acciones de grandes corporaciones, futuros de petróleo o criptomonedas, prometiendo conseguir grandes dividendos en un corto espacio de tiempo.

Una vez que las víctimas aceptaban la proposición y realizaban las aportaciones de capital, se les ponía en contacto con una serie de asesores que supuestamente eran expertos en asesoría financiera con una larga y exitosa trayectoria, además de solicitarles la descarga en su ordenador de un programa de software que permitía a los estafadores realizar ellos mismos las transacciones monetarias como si del propio titular se tratase.

El siguiente paso era desviar el capital así captado hacia cuentas que la organización criminal poseía en el extranjero. A través de una plataforma de compraventa de activos digitales y criptomonedas el capital conseguido ilícitamente se convertía en bitcoins y ethers.

El anonimato y la privacidad que otorgan las carteras de estas criptomonedas eran utilizadas para dificultar la trazabilidad del dinero estafado, dificultando así la actuación de los investigadores.

Una vez que los presuntos autores de la estafa acumulaban el capital suficiente para colmar sus expectativas en cada caso, o cuando la víctima exigía el reintegro del capital invertido más sus beneficios, los estafadores conseguían una última aportación de capital con la excusa del pago de las obligaciones fiscales derivadas de las ganancias obtenidas o el pago de impuestos o tasas en virtud de alguna regulación extranjera.

El paso final antes de desaparecer, cambiando los números de teléfono, correos electrónicos e incluso la propia página web, consistía en hacer creer a las víctimas que su cuenta de inversión, la cual había presentado hasta el momento unos crecientes beneficios -por otra parte, totalmente ficticios-, había quebrado como consecuencia de los movimientos y fluctuaciones intrínsecas al operar con renta variable.

Este modo de delinquir mantiene un crecimiento exponencial debido a la impunidad que obtienen los autores gracias al anonimato que proporciona el uso de Internet y lo altamente lucrativo que les resulta.

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