Eso sí que es poner puertas (giratorias) al Campo

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¿Saben ustedes qué político, hasta entonces magistrado, fue uno de los principales impulsores, en 2011, de la reforma legal que permite a quien entra en política volver a sus puestos de trabajo en la judicatura, sin perder privilegios ni antigüedad por trienios? En efecto, el hasta el hace unos días ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, que 10 años después de que se aprobara aquel polémico cambio en la Ley Orgánica del Poder Judicial volverá a ocupar la plaza de magistrado de la Audiencia Nacional que dejó hace dos décadas. Para que luego digan que no se le pueden poner puertas (giratorias) al Campo.

Bien podría decirse aquello de que quien hizo la ley, hizo la trampa. Y es que el recién destituido ministro estaba en 2011 en el Ministerio de Justicia que tramitó el cambio en Ley Orgánica del Poder Judicial que permitió a los magistrados que accedieran a un cargo político o de confianza en la Administración su inclusión dentro de lo que se conoce como situación de servicios especiales en la carrera judicial. Es de suponer que Campo no podía imaginar entonces que el principal beneficiario de esa norma sería él, pero lo cierto es que impulsó una ley que le viene como anillo al dedo. Cualquiera diría que la hizo pensando en sí mismo.

El artículo 354.2 de esa misma ley especifica que «a lo jueces y magistrados en situación de servicios especiales se les computará el tiempo que permanezcan en tal situación a efectos de ascensos, antigüedad y derechos pasivos». Un chollazo, vamos. Extraña que los socios podemitas del PSOE en el Gobierno no hayan alzado la voz en este caso, ellos que se han mostrado tan críticos con las puertas giratorias. En suma: Juan Carlos Campo lo que ha conseguido es que su tiempo en política cuente lo mismo que si hubiese estado dictando sentencias sin perder la antigüedad ni el puesto. Todo un privilegio que demuestra que no todos somos iguales. Hay algunos más iguales que otros.

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