La «nueva normalidad» no permitió salir a hombros a López Simón

Las medidas sanitarias contra el Covid-19 impuestas en la llamada «nueva normalidad» impidieron que el diestro López Simón, a pesar de que cortó dos orejas, pudiera ser anoche sacado a hombros de la plaza de Ávila, en la primera corrida de toros celebrada en España tras el final del estado de alarma.

Dichas medidas marcaron este festejo nocturno en el que el público se comportó de manera ejemplar, mostrando un civismo y un orden que hacen pensar que, aunque limitadas en aforo, la celebración de corridas de toros puede ser un hecho más que factible a lo largo del verano.

La plaza abulense se cubrió en la mitad del máximo del aforo posible, fijado en 2.000 personas, y en todo momento los aficionados no solo mantuvieron la distancia de metro y medio exigida por la Junta de Castilla y León, sino que también permanecieron toda la corrida cubiertos por la mascarilla obligatoria.

La única medida que desvirtuó la esencia de la corrida fue la imposibilidad de que se el público se agrupara para sacar a hombros a López Simón, que fue el triunfador de la noche tras cortar sendas orejas al mejor lote de toros de la divisa de Vellosino.

Las faenas del madrileño fueron un calco una de otra, pues si antes bulló con el capote, a los dos toros les abrió la faena de muleta a un alto nivel: al tercero con templados y ligados muletazos con las dos rodillas en tierra, y al último con un arranque por alto y por bajo continuado en una honda serie con la derecha.

Pero el hecho es que tras esas espectaculares aperturas los dos trasteos se fueron difuminando en una sucesión dilatada de muletazos desacompasados y desajustados, por mucho que siguiera latente la noble calidad de ambos astados, hasta que llegaron a un final con alardes de poco eco y dos estocadas contundentes que avalaron final y únicamente sendos trofeos, por mucho que el amable público quisiera que el presidente los doblara.

El mexicano Calita se encontró en primer turno con un voluminoso colorado que no paró de protestar con aspereza y constantes cabezazos, sin dejar que tomara dimensión el esfuerzo que hizo su voluntarioso matador, que incluso fue arrollado en alguna ocasión.

Ese mismo tesón puso el azteca con el quinto, un toro muy escaso de raza y que apenas se empleó, pero al que, por pura paciencia, sin aburrirse, consiguió robar algunos naturales muy estimables aprovechando las apenas medias arrancadas del de Vellosino. Una buena y efectiva estocada puso en manos de Calita una oreja en su regreso a los ruedos españoles.

Finito de Córdoba dejó en sus dos toros detalles aislados de su reconocida clase, pero ninguna de sus faenas acabó de levantar el vuelo, ya que su primero apenas se empleó tras las telas y el cuarto no llegó a romper a embestir de verdad en un trasteo en el que tampoco el matador dio el paso adelante.

—————————-

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Vellosino, desiguales de volúmenes y edades, aunque todos de más que correcta presencia. Corrida en general muy justa de raza, pero con dos toros destacados: el tercero, por su calidad y nobleza, y el sexto, que empujó seriamente en varas, por su entrega y duración.

Finito de Córdoba, de negro y azabache: pinchazo y estocada desprendida (ovación);dos pinchazos, media atravesada y dos descabellos (silencio tras aviso).

Ernesto Tapia «Calita», de turquesa y oro: estocada delantera y tres descabellos (silencio tras aviso); estocada (oreja).

López Simón, de canela y oro: estocada atravesada (oreja con petición de la segunda); estocada tendida (oreja con petición de la segunda, tras aviso.

Entre las cuadrillas, Mambrú y Jesús Arruga saludaron tras banderillear al sexto. Buena brega de Candelas con el segundo.

Festejo nocturno, con media entrada de público, dentro de un aforo de 2.000 personas, máximo permitido por las medidas sanitarias contra el Covid imouestas por la Junta de Castilla y León.

Al finalizar el paseíllo, que se hizo sin música, se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del coronavirus.