La nueva vida de ‘El Rey del Cachopo’ entre rejas: pasa de los cursos y le apodan ‘El Cachopín’

César Román 'El Rey del Cachopo', rebautizado por los recursos con el apodo 'El Cachopín' por su corta estatura que no supera 1’52 cm, deja pasar el tiempo en la cárcel de Soto del Real confiado salir pronto en libertad condicional hasta el juicio.

El conocido como 'El Rey del Cachopo'.
El conocido como 'El Rey del Cachopo'.

César Román es un preso FIES (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento) nivel 5, es decir un preso de características especiales por detrás de otros FIES de control directo catalogados en niveles previos de FIES como terroristas, delincuentes de bandas organizadas, o sicarios. Su categoría de FIES 5, es un cajón de sastre que engloba a los delincuentes de cierta fama o pandilleros latinos, sometidos a un control más estricto que el de otros presos comunes para garantizar su seguridad. Aunque tanto en su vida en prisión como en sus comunicaciones está sometido a una vigilancia que ha detectado la prolífica correspondencia que mantiene con periodistas, con la juez del caso y hasta con la madre de su presunta víctima Heidi Paz. En todas las cartas que ha enviado despliega su encanto personal con un solo objetivo: insistir en su inocencia y atribuir a traficantes de droga el asesinato y descuartizamiento de su ex pareja Heidi.

Lejos quedan los días que pasó ‘El Rey del Cachopo’ en el módulo de aislamiento para evitar que sufriera agresiones de otros internos. César Román no tardó en acomodarse al régimen carcelario que ya conocía de antaño y ahora convive sin problemas con un compañero de celda rumano en el módulo 7 del presidio. Allí ha encontrado su lugar y sus amistades entre varios internos “mercheros”, un grupo de compañeros de los duros de la cárcel para un módulo que no es uno de los cómodos de Soto sino todo lo contrario. Con ellos comparte ‘El Rey del Cachopo’ el tiempo libre que le deja su afición por la escritura, ya que no ha mostrado ni un ápice de interés por los cursos o trabajos que ofrece la cárcel y mucho menos ha pedido ayudar en la cocina como algunos medios habían publicado.

César Román, ahora ‘El Cachopín’ para sus compañeros de talego, sabe que como preso preventivo no tiene opción a beneficios penitenciarios y por tanto no le interesa apuntarse a cualquier curso de reinserción laboral, idiomas o informática. Tampoco ha dado ni un solo problema ni recibido ningún parte por su comportamiento. Desde su celda deja pasar el tiempo convencido de que en breve saldrá en libertad condicional hasta que se celebre el juicio y sólo comunica con dos familiares que le visitan de vez en cuando y presuntamente son las que le ingresan puntualmente 50 euros en su peculio. Una cantidad insuficiente a todas luces, ya que últimamente todo su capital no supera un puñado de céntimos de euro.

Su próximo objetivo: verse con un periodista entre rejas para relatarle que es inocente. La autopsia de su ex pareja Heidi no pudo determinar la causa de su muerte, algo que juega a su favor, pero sus huellas y restos biológicos en la escena del crimen y en la maleta que contenía algunos de los restos del cadáver de la mujer le vinculan con fuerza al crimen. A la juez le dijo en una de sus cartas que si le concedía protección a su hija desvelaría la identidad de la banda mafiosa que según él acabó con la vida de su ex pareja. Ni la juez ni la policía dan crédito a su versión, quizá ahora que la instrucción judicial del caso se acerca a su final Román desvele esos datos hasta ahora secretos.

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