Los consejos de Fundación Mapfre

No conducir con lluvias, no atravesar tramos inundados y llamar al 112 si la corriente nos arrastra

Coches circulando por una calle un día de lluvia.
Coches circulando por una calle un día de lluvia.

Ante la amenaza de lluvias muy intensas conviene evitar los desplazamientos y seguir algunos consejos al volante. En caso de que sea absolutamente necesario viajar, es fundamental hacerlo con el teléfono totalmente cargado por si en algún momento se necesita pedir ayuda.

Acumulación de agua en la calzada

Si el conductor está de viaje y se encuentra con un tramo inundado de agua delante, lo recomendable es no atravesarlo, por poco profundo que parezca, darse la vuelta y buscar una ruta alternativa.

Si ya se encuentra dentro de una zona inundada donde no hay corriente, debe seguir las siguientes recomendaciones: si el agua apenas cubre, lo mejor es abandonar el vehículo, teniendo en cuenta que puede haber socavones y registros de alcantarillado sin tapa que no sean visibles. Pero, si existe profundidad, lo primero que hay que hacer es llamar al 112, subirse al techo (agarrándose bien a estructuras fijas, como los marcos de las puertas y las barras de techo) y esperar la ayuda de los servicios de rescate. En esta situación, también conviene valorar si es posible llegar con seguridad a una zona segura cercana.

Permanecer dentro y encender las luces

Si, por el contrario, el vehículo es arrastrado por el agua, hay que permanecer en el interior, que es la opción menos peligrosa. Si se abre el coche en plena corriente, es muy posible que lo desestabilice, y se corra el riesgo de ser arrastrado por la corriente e incluso ser golpeado por el propio vehículo u otros objetos que arrastra el agua.

Se debe llamar al 112 o pulsar el botón SOS (e-call), si el vehículo cuenta con este sistema, con el fin de comunicar la situación y contactar con los servicios de emergencia. Se recomienda, además, encender las luces exteriores, incluidos los intermitentes, para así ayudar a los servicios de rescate a localizar el vehículo, así como las interiores para tener un mejor control de la situación. El sistema eléctrico puede seguir funcionando durante un cierto tiempo.

Nunca nadar contra la corriente

Solo debe abandonarse el coche si este llega a un remanso y se detiene, y si no se puede abrir la puerta por la fuerza o la presión del agua, hay que intentar salir por la ventanilla del lado contrario al de la corriente de agua. Los expertos aconsejan nadar, ya que suele ser más seguro que caminar sobre una superficie irregular. Si no existe suficiente agua, sí se recomienda caminar con mucha precaución, ya que no se debe olvidar que pueden existir alcantarillas abiertas o socavones, que no podemos ver. Lo que nunca se debe hacer es nadar contra la corriente: hay que hacerlo a favor de ella o en diagonal y siempre hacia un lugar seguro.

En caso de caída del vehículo al mar

Si el vehículo se cae a un río o, por un muelle, al mar y comienza a hundirse, el conductor debe prepararse para la evacuación. Lo más difícil, pero también lo más importante, es intentar no perder la calma. Es fundamental ser consciente de que el coche tardará unos minutos en sumergirse por completo y que por lo tanto disponemos de tiempo para salir y ser rescatado.

Si todavía está flotando, el primer paso es procurar abrir inmediatamente las ventanillas o el techo solar (si dispone de él) e intentar salir, nadando hacia un lugar seguro, como la orilla, un árbol grande o una zona elevada que esté alejada del agua. En caso de no poder nadar a un lugar seguro, lo aconsejable es subirse al techo del vehículo.

Si el coche ya se ha hundido parcialmente, la presión del agua puede impedir que abras la puerta, en cuyo caso habrá que esperar a que se inunde también el interior para que se igualen las presiones tanto interior como exterior.

En el interior se formará una burbuja de agua que permitirá al ocupante del vehículo respirar unos minutos mientras se inunda por completo, momento en el que podrá abrir la puerta para abandonar el vehículo.

Si no se puede abrir la puerta, se recomienda utilizar una herramienta para emergencias, disponible normalmente en ferreterías o comercios online, o incluso extraer el reposacabezas y dar un golpe seco y fuerte con la parte metálica en alguna de las esquinas de la ventanilla. Antes de romperla, se debe comprobar si funciona la manivela o el sistema eléctrico.

Conviene recordar que siempre hay que llevarlo abrochado mientras circulamos y que, en caso de caída al agua desde cierta altura, el cinturón debe seguir abrochado para evitar que, al impactar contra el agua nos golpeemos contra el interior del vehículo. En cuanto el vehículo esté en el agua, y ya no haya riesgo de impacto violento entre el vehículo y otros elementos, hay que desabrocharlo con la mayor rapidez posible para preparar una posible evacuación.

En este tipo de situaciones, el pánico puede ser el peor enemigo. Lo más recomendable es respirar hondo varias veces, calmar al resto de pasajeros (sobre todo menores y personas mayores) y concentrarse en preparar la evacuación, con los pasos que se han indicado anteriormente.

Los expertos en rescates aconsejan, además, actuar con la máxima tranquilidad y resolver problema a problema, es decir afrontando una situación tras otra y teniendo en cuenta que las circunstancias pueden cambiar en segundos.

No arrancar el vehículo

Si el vehículo ha quedado sumergido durante algún tiempo (aunque haya sido parcialmente), o sospechamos que ha sufrido daños por el agua, no se debe intentar arrancarlo ni circular con él. Es este caso, hay que procurar que un mecánico lo revise y limpie, ya que es muy posible que se hayan producido daños en elementos mecánicos o eléctricos o que aún permanezca agua en su interior y se provoquen daños al intentar arrancarlo.

Si vemos a alguien en peligro

Intentar rescatar a alguien puede poner en peligro al rescatador. Debemos avisar al 112, seguir sus indicaciones y, como norma general, no entrar en el agua, una decisión que puede ponernos en grave peligro, excepto si se dispone de formación o garantías mínimas de seguridad. Entrar en el agua, incluso si lo hacemos con una cuerda atada a la cintura, también puede suponer un peligro, ya que en algún momento podemos dejar de hacer pie o ser arrastrado.

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