Víctima de abuso sexual infantil: «Sufro bipolaridad, depresión, pero he logrado esquivar el suicidio»
"No tener el apoyo de mi madre me creó una herida de abandono, de desprotección y una falda de identidad"
El tratamiento psicológico tras un abuso sexual infantil es clave para evitar el desarrollo de futuros trastornos mentales
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El trauma psicológico se asocia con un riesgo casi tres veces mayor de desarrollar un trastorno mental, predice un peor pronóstico de la enfermedad mental, provoca síntomas más resistentes, mayor número de hospitalizaciones y de días de ingreso o aumenta el coste para el sistema sanitario. Así, una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales cuando tenían entre 0 y 17 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El abuso sexual infantil es una de las causas principales del desarrollo de trastornos de salud mental en la edad adulta y podría ser la causa del 40% de los suicidios. Este es el caso de SCR (nombre ficticio para preservar su intimidad), una mujer de 50 años que sufrió abusos sexuales por parte de su hermano cuando era pequeña, una experiencia traumática que le ha producido diferentes trastornos mentales como depresión, bipolaridad y estrés postraumático.
Durante el pasado XXII Seminario Lundbeck Trauma y depresión, la herida (in)visible, S.C.R. contó en primera persona cómo transcurrió su infancia y los problemas psicológicos que esa experiencia traumática le ha producido años después. «Sufrí abusos de pequeña que yo consideraba juegos leves porque no hubo penetración, pero hubo un contacto y un abuso inadecuado que marcó mi niñez y mi vida adulta. He intentado escapar como podía de niña, pero creo que fue traumático no tener la oportunidad de vivir una niñez como se tendría que vivir», ha declarado.
Así, SCR empezó a notar que, al llegar a la adolescencia, sentía que no encajaba porque «no tenía ganas de sociabilizar tan profundamente. Me sentía un bicho raro», ha afirmado. De esta manera, fue descubriendo la herida que tenía por una vivencia que para ella fue un juego, pero que fue «el desencadenante de problemas de falta de autoestima, sentimientos de abandono y falta de protección y escucha».
«No tener el apoyo de mi madre me creó una herida de abandono, de desprotección y una falda de identidad. Tenía un sentimiento de traición, me he traicionado a mí misma por no sentirme protegida y eso lo trasladé a las amistades y a todos los que me rodeaban. Además, he pensado de forma constante que todo el mundo me podía traicionar. En la adolescencia me aislaba y ahora veo que es una consecuencia del trauma. Empecé a tener una doble personalidad por esconder tantas y tantas cosas», ha datallado en esta desgarradora historia.
No fue hasta hace un año y medio, a los 50 años de edad, cuando S.C.R. acudió a terapia y obtuvo un diagnóstico de su trastorno, tras muchos años de sentimientos de estrés, depresión y ansiedad sin diagnosticar, hasta llegar a un reciente diagnóstico de trastorno bipolar por el que está en tratamiento actualmente.
«Durante la adolescencia fui consciente de que algo no iba bien, y todo empeoró con la maternidad. Tras ella, se despertó mi memoria relacional con el estrés postraumático, todo me producía estrés: cuidar a los niños me ocasionaba altas dosis de estrés. Durante todo ese proceso he vivido dolor, inseguridad, insatisfacción, frustración, rabia, descontento y abandono personal, incluyendo consumo de sustancias», ha explicado.
Así, hace tan sólo un año y medio, S.C.R. decidió pedir ayuda. «Me sentía completamente insatisfecha con el mundo y yo siempre tengo ganas de vivir, se me hizo muy pesado intentar no tener pensamientos de suicidio cuando estaba con tanto estrés».
En cuanto al suicidio, asegura que ha logrado esquivarlos de alguna forma. Además, ha «estructurado heridas», tal y como ella misma ha expuesto, acudiendo al Hospital del Mar en Barcelona en terapia de día durante tres meses, donde obtuvo terapia cognitivo-conductual grupal, que le «ayudó a mejorar para avanzar» y controlar su «constante ansiedad». También ha estado en tratamiento con la psicoterapia de desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular (EMDR, por sus siglas en inglés).
El tratamiento psicológico tras un abuso sexual infantil es clave para evitar el desarrollo de futuros trastornos mentales. «Hay que aceptar el diagnóstico, pero no sufrir por ello. Darse cuenta de ello es el primer paso y, después, ponerse en manos de especialistas y confiar en ellos, porque no nos van a juzgar, sino a ayudar con el tratamiento adecuado», ha asegurado S.C.R, víctima de abuso sexual infantil.