Salud

Ni a las 8 ni a las 10: la mejor hora para que los mayores de 65 años tomen la cena, según los expertos

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Personas mayores cenando. Foto: Freepik
  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

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Se habla mucho sobre qué comemos, pero pocas veces sobre cuándo lo hacemos. No obstante, el momento del día en el que se consume la última comida podría tener un impacto mucho más profundo del que se pensaba, sobre todo en las personas mayores.

La hora de la cena está íntimamente relacionada con los ritmos internos del cuerpo, la calidad del sueño y la salud metabólica.

El mejor momento para cenar, según la ciencia

Cada vez más estudios coinciden en que no se trata sólo de evitar cenas copiosas, sino también de cuidar el horario en que se realizan. La revista GQ señala que, según el doctor Valter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, lo ideal es cenar al menos tres horas antes de acostarse.

Es decir, si una persona se acuesta a las 11 de la noche, lo recomendable es que su última comida sea alrededor de las 20:00 horas, y no más tarde.

Esta recomendación se basa en cómo interactúan la digestión y los ritmos circadianos. Cenar tarde puede desajustar el reloj biológico, enviar señales contradictorias al organismo y dificultar el proceso natural de descanso.

Según Longo, mantener una rutina donde el cuerpo tenga tiempo suficiente para procesar la comida antes de dormir puede mejorar el sueño, reducir el riesgo de enfermedades metabólicas y favorecer un envejecimiento más saludable.

Los beneficios de prolongar el ayuno nocturno

Otro punto clave es el llamado «ayuno nocturno». Como explica Adam Collins, profesor de nutrición en la Universidad de Surrey, cenar temprano permite extender el tiempo sin ingesta calórica durante la noche, lo que activa procesos metabólicos favorables.

Durante estas horas de reposo, el cuerpo pasa de quemar azúcares a utilizar la grasa acumulada como fuente de energía, favoreciendo así el control de peso y la sensibilidad a la insulina.

Este patrón se conoce como «alimentación con restricción de tiempo», y su eficacia ha sido documentada en múltiples investigaciones. Aunque no es una dieta en sí, implica concentrar las comidas en una franja horaria, por ejemplo, entre las 08:00 y las 20:00 horas, y respetar el ayuno entre la cena y el desayuno.

¿Cenar pronto o desayunar tarde?

Los especialistas señalan que, especialmente en adultos mayores, lo más beneficioso sería adelantar la cena en lugar de retrasar el desayuno. Esto optimiza la digestión y el descanso y se alinea con la fisiología del cuerpo, que está mejor preparado para procesar alimentos durante las horas de luz.

De hecho, muchos centenarios del mundo (como los de la llamada «zona azul» en Okinawa o Cerdeña) siguen patrones similares: cenas ligeras y tempranas, con largos periodos de descanso digestivo.

Ahora bien, no siempre es fácil implementar estos cambios. La vida moderna, los compromisos familiares o incluso la falta de apetito. Collins sugiere que, si no es posible cenar temprano, al menos se debe evitar picar después de la cena y mantener una cierta regularidad en los horarios.

En definitiva, se trata de avanzar hacia hábitos que favorezcan la longevidad y el bienestar, empezando por algo tan cotidiano como elegir mejor la hora de la cena.

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