traumatología

El lado oscuro de las radiografías de rodilla: más perjuicio que beneficio

Investigaciones recientes muestran que recurrir a rayos X para diagnosticar la artrosis de rodilla puede modificar la percepción de la enfermedad

artrosis de rodilla
Un ejemplo de artrosis de rodilla.
Diego Buenosvinos

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Las radiografías, lejos de ser siempre beneficiosas, pueden complicar el diagnóstico de la artrosis de rodilla. Suelen generar temor en los pacientes y aumentar la probabilidad de que consideren someterse a cirugías que muchas veces no son necesarias. En cambio, un diagnóstico basado en la evaluación clínica resulta más seguro y efectivo para orientar el tratamiento del dolor y las limitaciones de movimiento.

La osteoartritis es una de las principales causas de discapacidad prolongada. Sólo en Australia, más de dos millones de personas conviven con esta condición.

Aunque las guías clínicas recomiendan que los médicos no utilicen radiografías de manera rutinaria para confirmar el diagnóstico, casi la mitad de los pacientes que consultan por primera vez por dolor de rodilla reciben una derivación a estudios de imagen. Esto supone un gasto anual de más de 100 millones de dólares australianos para el sistema de salud.

Investigaciones recientes muestran que recurrir a rayos X para diagnosticar la artrosis de rodilla puede modificar la percepción de la enfermedad y empujar a muchos pacientes hacia la idea de un reemplazo articular, incluso cuando no es necesario.

Qué ocurre en la articulación

La artrosis se produce cuando los cambios en la articulación afectan al hueso, el cartílago, los ligamentos y los músculos, alterando su funcionamiento normal.

Es más frecuente en adultos mayores, en personas con sobrepeso y en quienes han sufrido lesiones previas en la rodilla. El dolor persistente y las dificultades para realizar tareas cotidianas como caminar o subir escaleras son síntomas comunes.

La cirugía no siempre es la solución

En Australia, más de 53.000 personas fueron sometidas a un reemplazo de rodilla entre 2021 y 2022. Este tipo de intervenciones representan un gasto sanitario de miles de millones de dólares cada año.

Aunque la cirugía puede ser útil en casos graves, conlleva riesgos importantes como infecciones o trombosis, y no todos los pacientes obtienen una recuperación plena. La mayoría puede controlar la artrosis con medidas menos invasivas:

El mito del desgaste

Existe la creencia de que la artrosis es consecuencia inevitable del «desgaste» de las articulaciones. Sin embargo, los estudios demuestran que la gravedad de los cambios observados en una radiografía no predice el nivel de dolor ni la evolución de los síntomas.

Algunas personas con radiografías poco alteradas sufren dolores intensos, mientras que otras con imágenes muy dañadas apenas tienen molestias. Por eso, las radiografías de rutina no están recomendadas ni para el diagnóstico ni para decidir el tratamiento.

Diagnóstico clínico vs. rayos X

Las guías internacionales sugieren un diagnóstico basado en la edad (a partir de los 45 años) y en los síntomas: dolor durante la actividad física y rigidez articular breve por las mañanas.

Sin embargo, muchos profesionales todavía recurren a radiografías, y los pacientes suelen solicitarlas pensando que son imprescindibles.

Un estudio con más de 600 participantes demostró que quienes recibieron un diagnóstico acompañado de imágenes de rayos X mostraron un 36% más de inclinación hacia la cirugía que quienes recibieron únicamente un diagnóstico clínico. Además, desarrollaron más temor al movimiento y una percepción negativa del ejercicio.

Repensar el manejo de la artrosis

Evitar radiografías innecesarias puede ayudar a reducir la ansiedad, limitar la demanda de cirugías costosas y minimizar la exposición a la radiación.

El verdadero enfoque debería centrarse en el manejo integral: actividad física, control de peso, educación y opciones no invasivas para aliviar el dolor y mantener la movilidad.

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