El impacto negativo del estrés en la salud sexual
Aquí analizamos con detalle cómo afecta el estrés nuestra sexualidad. ¡Sigue leyendo e infórmate!
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A día de hoy se comenta mucho sobre cómo el estrés afecta nuestra salud física y mental. No obstante, y quizás por un tabú que aún sobrevive en las sociedades, se pone poco énfasis en el impacto del estrés en la salud sexual. Abordar este tema es clave para concienciar cada vez más a la población y fomentar medidas preventivas eficaces.
Los efectos del estrés en nuestro cuerpo
Antes de nada, hay que tener en claro que no todo estrés es malo. En realidad, se trata de una “pieza” esencial para los mecanismos de defensa de nuestro organismo. Sin él, no podríamos reaccionar ante situaciones de peligro inminente y nuestra supervivencia estaría amenazada.
Sin embargo, lo que vemos actualmente son niveles cada vez más altos de estrés y cifras crecientes de estrés crónico. En este contexto, el cuerpo queda en un constante estado de tensión, lucha o escape, lo que repercute negativamente en el funcionamiento de todos los órganos y glándulas.
De hecho, el estrés crónico es capaz de alterar las dinámicas de los sistemas digestivo, inmunológico, endócrino, cardiovascular, onírico (del sueño) y reproductivo. Ello sin mencionar su efecto destructor en la salud mental y emocional…
El impacto del estrés en la salud sexual y reproductiva
Lo primero es tener en claro que la salud sexual es un concepto amplio que abarca no sólo las relaciones sexuales. Para abordarla, también es necesario hablar de libido, fertilidad, ciclos menstruales, disfunciones sexuales…
A su vez, estos puntos se relacionan con los sistemas que mencionamos anteriormente. Por ello, el estrés difícilmente tiene un efecto aislado en un determinado órgano o glándula, sino que genera un desequilibrio en el organismo que compromete el estado de salud en general, a nivel físico, psicológico y emocional.
4 formas de cómo el estrés impacta en nuestra vida sexual
Disminución de la libido
Cuando vivimos estresados, nos sentimos más tensos, constantemente cansados, agobiados, con dolores de cabeza… Y en estos estados de ánimo, solemos “perder” las ganas de tener relaciones sexuales o hacer actividades que nos generan placer.
Esta disminución de la libido suele reducir la frecuencia con que las parejas mantienen relaciones sexuales, y también su nivel de disfrute durante los actos. De hecho, un estudio del Centro Nascia en España, especializado en el tratamiento del estrés, apunta a que un 70% de las relaciones sexuales bajo efectos del estrés son poco satisfactorias.
Resequedad vaginal y dolor en las relaciones sexuales
El estrés también reduce la lubricación vaginal, haciendo que la penetración resulte particularmente incómoda o dolorosa para las mujeres. Además, es posible que la región quede irritada o inflamada por varios días después del acto sexual.
Estas molestias también suelen contribuir para la reducción de la libido, generando desinterés o incluso miedo de tener dolor durante sus relaciones más intimas.
Disfunciones sexuales en hombres
Cuando nuestro organismo detecta alguna situación de peligro inminente, se “dispara” la liberación de cortisol. Y es esta hormona, junto con la adrenalina, la que nos permite “activar” un estado de alerta.
El problema es que, cuando los niveles de cortisol están constantemente altos, las demás hormonas del cuerpo empiezan a desequilibrarse. En los hombres, ello provoca un incremento de la prolactina y la reducción e la testosterona.
Y estos desequilibrios hormonales pueden ser la causa de disfunciones sexuales muy comunes, como la eyaculación precoz y la disfunción eréctil.
Alteraciones en los ciclos menstruales
El impacto negativo del estrés en la salud sexual también puede deberse a desequilibrios en la tiroides y la hipófisis, que es responsable de producir la TSH, hormona que estimula la tiroides.
Cuando las interacciones entre tiroides e hipófisis fallan, las repercusiones afectan al funcionamiento de los ovarios. Y en consecuencia, pueden producirse alteraciones en los ciclos menstruales, que incluyen retrasos, irregularidades o desaparición temporal de la menstruación.
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