Francisco Segarra: «El insomnio infantil puede continuar hasta la edad adulta si no se trata a tiempo»

insomnio infantil
Insomnio y niños.

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El psicólogo Francisco Segarra, quien además es uno de los responsables de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia Quirónsalud ha señalado que el insomnio infantil «puede continuar hasta la edad adulta si no se trata a tiempo». Así, los «estudios longitudinales» evidencian que en ocasiones puede continuar en la edad preescolar y escolar, lo que requiere un abordaje por especialistas. Las intervenciones terapéuticas se basan en conductas y cogniciones disfuncionales y que son susceptibles de ser modificadas controlando los reforzadores que las mantienen.

«El 94% de estudios demuestran que las intervenciones conductuales son efectivas, que más del 80% de niños tratados muestran mejoras clínicas significativas que se mantienen más allá de los 3-6 meses y en ninguno de los estudios revisados se evidencian efectos secundarios indeseados del tratamiento, sino más bien lo contrario», concluye Segarra.

Población infantil

El insomnio infantil es una alteración del sueño que afecta entre el 20 y el 30 por ciento de la población infantil hasta la edad preescolar y, aunque sus causas pueden ir desde intolerancias alimentarias como el reflujo o el dolor, hasta alteraciones del sueño o psicológicas, en el 95 por ciento de los casos la causa del insomnio infantil es de tipo conductual, según explica el experto en medicina del sueño, el psicólogo Francisco Segarra.

Se caracteriza por la dificultad para conciliar el sueño de forma autónoma y/o despertares nocturnos frecuentes durante la noche con incapacidad para volver a dormirse sin ayuda externa. También se presenta en forma de resistencia del niño a acostarse por la noche a la hora estipulada o una combinación de ambos.

El psicólogo Francisco Segarra, explica que la etiología del problema es multifactorial, incluyendo causas biológicas, médicas, circadianas, de neurodesarrollo y conductuales, y existen factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes que deben ser analizados mediante un análisis funcional de la situación para llegar a un diagnóstico preciso de insomnio infantil por hábitos incorrectos.

Disfunción familiar

Los datos de la bibliografía científica muestran un fuerte impacto del insomnio infantil en el niño con afectación diurna a nivel anímico, cognitivo, conductual, en su salud y en la calidad de vida. «Además, provoca una disfunción familiar e incluso una repercusión sobre la calidad de vida y estado anímico de los padres», asevera Segarra. En este sentido, existen estudios que muestran una estrecha relación entre el insomnio infantil y la depresión en las madres.

En el insomnio infantil por hábitos incorrectos, el tratamiento de elección son las intervenciones conductuales, basadas en los principios de la psicología del comportamiento. La psicología conductual se encuadra en un marco de compromiso con el método científico que implica, entre otros aspectos, que las intervenciones deben ser evaluables empíricamente.

«Para este experto existen tres grandes grupos bien diferenciados por edades de niños con insomnio: entre seis meses y cinco años (se estima en torno al 30%), entre seis y 12 años (prevalencia del 15%) y finalmente el grupo de adolescentes que aproximadamente está entre el seis y el ocho por ciento.

De esta manera, en los niños más pequeños las pautas de conducta se enseñan a los padres «para que éstos las apliquen a sus hijos y se basan principalmente en técnicas de ‘extinción’», en los niños mayores (6-12 años) «es necesaria la colaboración directa del niño y las estrategias terapéuticas (no farmacológicas) giran en torno al refuerzo positivo, las técnicas de distracción y la intención paradójica complementada con la reestructuración cognitiva».

Por último, en el caso de los adolescentes se debe prestar «especial atención a las alteraciones de ritmo circadiano que responderán bien a la cronoterapia, aunque habrá que estar atentos a la posibilidad del insomnio secundario a trastornos de ansiedad y/o del estado anímico», sostiene Francisco Segarra.

 

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