Estas son las tres enfermedades de la piel que más empeoran con el frío
El frío provoca deshidratación de la piel y mayor hiperreactividad a las agresiones externas
Fact checked
Este artículo de OkSalud ha sido verificado para garantizar la mayor precisión y veracidad posible: se incluyen, en su mayoría, estudios médicos, enlaces a medios acreditados en la temática y se menciona a instituciones académicas de investigación. Todo el contenido de OkSalud está revisado pero, si consideras que es dudoso, inexacto u obsoleto, puedes contactarnos para poder realizar las posibles modificaciones pertinentes.
Normalmente asociamos el frío propio del invierno con un mayor número de personas afectadas por virus respiratorios como son gripe, neumonía o el coronavirus. Sin embargo, la piel, que es el órgano más grande del cuerpo, también experimenta un empeoramiento.
«Las personas que están afectadas por patologías dermatológicas previas como son psoriasis, rosácea y dermatitis atópica sufren brotes en esta época del año debido a que el frío provoca deshidratación de la piel y mayor hiperreactividad a las agresiones externas», explica el Dr. Miguel Sánchez Viera, director del Instituto de Dermatología Integral.
Psoriasis
La psoriasis es una enfermedad crónica de carácter autoinmune y con un marcado componente genético y que cursa con brotes. Pero, además, existen factores externos que contribuyen a empeorar los síntomas propios de la enfermedad. Uno de ellos es el frío que provoca deshidratación y que, unido a la sequedad que producen las calefacciones, erosionan la piel en forma de irritaciones, rojeces y picazón.
Rosácea
Los pacientes con rosácea son otros damnificados del invierno. El cambio constante de temperatura, de la fría calle a la caliente de los interiores (con calefacción) va a provocar que los capilares de la piel del rostro (la más expuesta) se dilaten, lo que se traduce en rojeces, uno de los síntomas propios de la rosácea.
Dermatitis atópica
La dermatitis atópica, otra condición dermatológica crónica, empeora con las temperaturas frías. La piel presenta sequedad extrema, mayor irritación, picor intenso e incluso sensibilidad a la ropa, especialmente a las fibras sintéticas, aunque también a la lana (es mejor optar por tejidos como el algodón).
«Además de las bajas temperaturas, el viento y la sequedad del ambiente hacen que la barrera hidrolipídica de la piel se dañe, lo que supone que aparezcan irritaciones, rojeces, descamaciones e, incluso, grietas o heridas. Es normal que principalmente se den en zonas del rostro como la barbilla, los labios y las manos» añade el Dr. Sánchez Viera.
El sol de invierno es otro de los agentes externos que afectan en gran medida a la piel, especialmente si practicamos deportes de invierno. La sensación de frío y la tendencia a asociar las quemaduras o el cáncer de piel el sol al verano, hace que se ignoren las medidas de fotoprotección, que deben tomarse durante todo el año.
Según el director del Instituto de Dermatología Integral, «la nieve en realidad son pequeños cristales de hielo que actúan como excelentes reflectores del sol, lo que significa que la radiación solar se recibe en dos direcciones: desde la propia superficie y desde el sol. Si sumamos esta combinación con el menor grosor de la atmósfera en zonas más altas el riesgo de quemaduras aumenta. Sobre todo, en zonas expuestas que ignoramos a la hora de aplicar protectores como las ventanas de la nariz, debajo de la barbilla, las orejas o el cuero cabelludo en aquellas personas con alopecia o con el pelo ralo».
Medidas para cuidar la piel en invierno
Hidratación: emplear cremas hidratantes y humectantes. La principal diferencia es que las primeras proporcionan hidratación extra a nuestra piel mejorando su elasticidad y tersura y las segundas evitan perder el agua que tenemos de forma natural en nuestra piel y ayudan a las cremas hidratantes en su proceso proporcionar agentes hidratantes extra. Lo mejor es optar por cremas que cumplan esta doble función y con ingredientes activos como las ceramidas, vitamina C, antioxidantes, ácido hialurónico, pantenol, urea, etc. La barrera hidrolipídica de la piel estará más sana y, en caso de resultar dañada, se reparará más rápidamente.
Evita productos agresivos: opta por productos sydent (jabones sin jabón) para la limpieza del rostro y por exfoliantes suaves y sin fragancia, ya que son menos irritantes para la piel.
Fotoprotección: se debe aplicar un protector solar todos los días del año, incluso en invierno. El SPF debe ser más alto si se practican deportes de invierno o al aire libre así como en los días muy soleados (propios del invierno en muchas zonas de España). En estos casos debe ser del 50. El resto de días también debemos utilizar protector solar, ya que los rayos ultravioleta atraviesan la barrera de nubes produciendo quemaduras de manera imperceptible. En estos casos el SPF puede ser 30.
Protección extra en los labios y en las manos: es recomendable emplear cacaos con manteca de karité, despantenol, vitamina E y factor de protector solar. Si los labios están muy deshidratados y con pellejitos, por la noche se pueden exfoliar con un cepillo suave y aplicar una capa de vaselina. En las manos hay que utilizar también cremas hidratantes y humectantes y repetir la aplicación cada vez que se laven las manos. El uso de guantes evitará también que se descamen y que aparezcan grietas, especialmente en la zona de los nudillos.
Utiliza humidificadores de ambiente: el uso de calefacción seca el aire de los interiores. Un humidificador puede mantener la humedad adecuada y prevenir la sequedad en la piel.
Bebe suficiente agua: la ingesta de agua puede verse disminuida por hacer más frío y sudar menos. El agua ayudará a las células a completar adecuadamente su proceso natural de renovación.
Dieta: incluye alimentos ricos en antioxidantes, ácidos grasos omega-3 y vitaminas A, C y E, que ayudan a proteger y reparar la piel.
Consulta con un dermatólogo: si patologías previas como la psoriasis, rosácea o dermatitis empeoran o se desencadena un brote. También si aparecen descamaciones que no remiten con los cuidados anteriores y que acaban desembocando en heridas, ya que pueden ser el punto de entrada de bacterias que deban ser tratadas con medicación.
Temas:
- Enfermedades
- Frío
- Piel