España suspende en unidades de ictus: hay un déficit de 20 servicios para cubrir la incidencia actual

unidades ictus
Se necesitan más unidades ictus en España.
Diego Buenosvinos
  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

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España suspende en unidades de ictus, ya que hay un déficit de 20 servicios para cubrir la incidencia actual de esta patología. Estos datos, que ha explicado el representante del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, Jorge Rodríguez, certifica que son necesarias al menos 20 servicios más de ictus (117 camas) para dar cobertura a la incidencia actual anual de la enfermedad, al tiempo que ha advertido que «actualmente no todas las provincias españolas disponen de estas unidades».

En 1990, solamente dos millones de personas morían al año como consecuencia de haber sufrido un accidente cerebrovascular. En 2019, hasta tres millones de personas fallecieron al año por esa causa. Una reciente investigación apunta que las muertes por ictus isquémico podrían aumentar en casi 5 millones en 2030. Estos datos y la incidencia actual ponen de relieve la necesidad de invertir en este tipo de servicios de manera urgente, ya que muchos de los tratamientos que palían en gran medida daños físicos derivados de esta patología, deben ser administrados en un corto periodo de tiempo y su seguimiento especializado es vital.

En este sentido, Rodríguez ha destacado que las unidades de ictus han demostrado ser esenciales, puesto que reducen en un 30% la mortalidad y dependencia en comparación con la hospitalización convencional. «Es fundamental concienciar sobre la importancia de estas unidades como un tratamiento universalmente beneficioso para todos los pacientes con ictus», ha añadido.

El ictus, una afección cerebral grave, a menudo deja secuelas debilitantes e incluso discapacitantes en quienes lo padecen. Se estima que dos de cada tres supervivientes de ictus experimentan estas secuelas. A nivel global, más de 100 millones de personas viven con estas consecuencias a largo plazo. Las secuelas no solo afectan a la salud y calidad de vida de los pacientes, además provocan un alto impacto en las familias y generan una carga económica significativa en los sistemas sociales y de atención médica.

«Hoy, queremos enfatizar lo más crucial: la clave para un tratamiento efectivo en pacientes con ictus es la rapidez. Significa que cuanto antes el paciente reciba atención, mejor. Por lo tanto, ante cualquier sospecha, hay que llamar al 112 y activar el código ictus. Esto permite que el paciente sea elegible para recibir tratamiento», ha manifestado el neurorradiólogo intervencionista en el Hospital Clínico San Carlos y vocal de GeNI, Manuel Moreu, quién además ha señalado que el impacto de retrasarse en la atención es muy significativo.

Hábitos de vida cerebrosaludables

Llevar hábitos de vida cerebrosaludables -entre los que se incluye realizar actividades intelectuales y físicas, seguir la dieta mediterránea, evitar el tabaco, el alcohol, la hipertensión y la depresión, intentando tener un buen estado anímico y buscando la socialización-, ayudaría a prevenir muchas enfermedades neurológicas. Se estima que hasta el 90% de los casos de ictus y el 30% de los casos de Alzheimer y epilepsia se podrían llegar a evitar con estas medidas cerebrosaludables.

Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), las enfermedades neurológicas son las responsables del 44% de la discapacidad por enfermedad crónica en España.

Resultado clínico favorable

Cuanto más tiempo pase desde el inicio de los síntomas hasta el tratamiento, mayores serán las posibilidades de que los sistemas de defensa del cerebro fallen. En otras palabras, «el retraso conlleva un mayor riesgo de tener un infarto cerebral más extenso y, en última instancia, reduce las posibilidades de un resultado clínico favorable», ha indicado Moreu.

Asimismo, los expertos han señalado que es esencial que los servicios de emergencias puedan actuar con rapidez ante cualquier síntoma de esta enfermedad, como lo son la asimetría facial, pérdida brusca de fuerza en brazo o pierna, o dificultad para hablar o entender. Llamando al 112, se activa el código ictus para llevar al paciente al hospital adecuado y recibir tratamiento.

Por su parte, el presidente de la Fundación Freno al ICTUS, Julio Agredano, ha puesto en relieve que «la diferencia crucial entre activar el código ictus y no hacerlo radica en la tasa de supervivencia y la reducción de secuelas. Más del 50% de quienes ingresan mediante el código ictus se recuperan sin secuelas graves, el principal problema es que la mayoría no llega a tiempo para activarlo. De los 120.000 afectados en España, solo unos pocos activan este protocolo. La clave está en llamar al 112 para iniciar la cadena de supervivencia y aprovechar todos los recursos disponibles que pueden marcar la diferencia en la mortalidad y la discapacidad».

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