¡Ya vale de censurar la tauromaquia en las redes!

censura tauromaquia redes, Paula Ciordia
Paula Ciordia

La censura en las redes sociales contra la tauromaquia porque «es contenido sensible» es de perogrullo. La red social X es una de las mayores plataformas de difusión de porno explícito que existen. Me pregunto si el nombre que le puso Elon Musk al antiguo Twitter iba con segundas…

X parece no perseguir las imágenes de transexuales pervirtiendo a niños, manifestantes del orgullo LGTBI+ desnudos a plena luz del día. Ahora bien, la red social no permite a la plaza de toros de Zaragoza difundir un cartel de la feria taurina del Pilar sin que previamente el usuario se le exija un selfie, introducir el DNI y acreditar que es mayor de edad. ¿Pero qué demonios es esto?

Lo mismo pasa con el tumbacuentas de Instagram. A Tercio de Quites (@terciodequites) le acaban de cerrar su perfil con más de 10.000 seguidores. Como este caso, a patadas. También en YouTube, donde un plano toreando de muleta se considera «violencia animal».

Los toreros que se juegan la vida en el  ejercicio de su profesión, tienen que sortear la censura de los algoritmos para crear una comunidad digital que es clave en nuestros nuevos hábitos de comunicarnos. A ellos no se les permite mostrar libremente y sin censura su heroicidad porque «es violento». ¿Bromeas?

La expresión pública de nuestras tradiciones, costumbres y ritos nunca debe ser motivo de censura. Es gracioso. Estas compañías ordeñan nuestros gustos y opiniones como materia prima, que les sale gratis, por cierto.

Los magnates woke no nos quieren por lo que somos, sino por lo que debemos ser. Ahí está la verdadera rentabilidad de su negocio. Los censores están para perfilarnos con algoritmos y sugerencias sobre qué debemos hacer y pensar. Y la libertad de expresión del usuario entorpece en ese objetivo.

Sin darnos ni siquiera cuenta, el cincel de la censura algorítmica está transformando nuestra manera de mirar la realidad, educando nuestro ojo entre lo que nos toleran mirar y lo que no. Es un continuo adoctrinamiento, una absoluta sumisión. Nos está generando serios problemas de salud la dictadura de lo abséptico.

Lo que estoy describiendo fue exactamente lo que llevó a Facebook a lavar su imagen y llamarse Meta, tras el escándalo en Estados Unidos cuando se destapó su mafioso negocio sobre los algoritmos, la censura y la pedofilia. Así lo denuncia el periodista de Wall Street Journal, Jeff Horwitz, en su libro Código roto.

El censor de las redes sociales no es nuestro nuevo padre woke. Ni se le debe permitir que actúe como un inquisidor que imponga una moral inmoral, importada en un despacho trasnacional. En España los toros, su fiesta, los toreros y ganaderos, sus aficionados y divulgadores forman parte de la idiosincracia de nuestra nación. Es nuestra cultura.

Y la queremos sin censuras, porque creemos en una fiesta transparente y auténtica. Nuestros ritos de vida y muerte no nos avergüenzan. Porque no tenemos nada de qué avergonzarnos.

Debemos unirnos y vertebrar una respuesta cívica que plante cara a esta agresión, perpetrada por parte de agentes extranjeros que utiliza, como balas, algoritmos envenenados. Es muy fácil: necesitamos un marco legal que proteja el derecho a difundir y divulgar la tauromaquia.

Las redes sociales no están boicoteando nuestra libertad de expresión como taurinos. Eso sería si el algoritmo tuviera guasa, y premiara al que le gusta el toreo de Morante frente al que no.

Las redes están cancelando la presencia en sus plataformas de uno de los mayores patrimonio populares que existen en el mundo, y que sirve de unión cultural con Francia, Portugal y toda Hispanoamérica, y encima lo hacen en nuestro propio país.

Me huele a una fórmula nueva de perpetrar la Leyenda Negra 4.0… Al preludio de una censura viciada desde los gobiernos occidentales importando métodos de una China comunista y dictatorial tan intocable como venerada por los eufóricos de la economía ecológica que pregona Xi Jing Pin, y que acaba de prohibir en las redes de su país que los usuarios expresen tristeza porque «genera pánico en la sociedad». Abramos los ojos, por favor, antes de que nos los cierren con cola de impacto.

Lo último en Opinión

Últimas noticias