Ya sólo asalta tabernas

Pablo Iglesias es el Llados de la política, un tipo hinchado de esteroides narcisistas que le provocan un continuo culto al ego del que se encargan sus más convencidos y pastoreados seguidores. Vende cursos de política activa a ingenuos sirvientes del marxismo que ven en él a un profeta resucitado, el dios de la hoz que traerá la enésima hégira comunista con martillo pilón. Un perfecto engañabobos que vive de una verborrea tan nociva como falsaria, un cuentacuentos de manual al que un día se le quedó pequeña la tribuna universitaria, en adoctrinamiento y sueldo, y decidió sacar su hedor antifascista de las aulas para llevarlo a las televisiones, y de ahí, al Parlamento, donde llenó la casa de la soberanía nacional de odio retórico y compañeras colocadas en escaños purgados por la ideología asesina más de cuantas existieron.
Hay políticos tan constantes en la forma de engañar al pueblo como pueblo dispuesto a ser engañado con fruición y servidumbre. La rebelión en la granja que montó Podemos para asaltar los cielos se ha convertido en menos de una década en un puñado de fanáticos que se reúnen para hacer la revolución con un burgués que hace fortuna de las donaciones ajenas. Que el dinero se lo dé Irán, Venezuela, Roures, los españoles o militantes sectarios es lo de menos. Lo importante es que su lucha antifascista siga viva y oscilante, entre la piscina de su chalet y las birras de su taberna. De vicepresidente del Gobierno a yonki del bizum, epítome del perfecto giro a la izquierda.
Como buen estafador, utiliza los recursos emocionales de quien sigue esnifando socialismo en vena esperando una marcha roja que no llega para convencernos de que él, en verdad, es un trabajador de la causa. Sigue los pasos de todo hijo de Lenin (hoy de Putin), esto es, vivir de las reservas económicas que los demás le proporcionan (al líder bolchevique le mantuvo su madre durante décadas mientras jugaba a derrocar zares y matar mencheviques) porque el antifascismo es sufrir la caridad diaria mientras se promete el cielo que sólo alcanzan los que trincan transferencias, sin importar que se publiquen en el BOE o las realice el amigo Jaume bajo cuerda.
Al mismo tiempo que mendiga caridad para seguir pagando el casoplón, coloca a su caja de referencia como candidata sin primarias, porque la elección libre en el comunismo fetén es otra donación a la causa. Garibaldi llama a su tugurio quien deseaba azotar a mujeres para demostrar su hombría, porque así se ganan el pan los líderes de la clase obrera en la España que dejó Zapatero. Ya que ha visto fracasar su enésimo proyecto empresarial, el burgués ricachón de Galapagar quiere ampliar el local donde alterna con otros liberados de la izquierda, porque los lavabos necesitan grandeza para ser asaltados, aunque allí ya no le espere nadie, de momento. Tiene que ser duro para un tipo tan soberbio comprobar que donde antes le jaleaban camaradas, ahora sólo se ven camareros.
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