PRIMERA LÍNEA

Votar en blanco es lavarse las manos, actitud poco socialdemócrata

Votar en blanco es lavarse las manos, actitud poco socialdemócrata

El joven abogado laboralista de 32 años Guillermo del Valle, que presume de líder de Izquierda Española, recientemente alardeaba de haber votado en blanco el pasado 23-J, pese a vivirse un momento de emergencia nacional y puesto que se siente de centroizquierda, bueno será recordarle que en tales circunstancias votar en blanco es como lavarse las manos, una actitud poco socialdemócrata desde el momento en que su origen histórico no tiene nada de antisistema, como sí la facción radical y tempranamente escindida, cuya filiación es bien conocida: el comunismo, de consecuencias trágicas. 

Izquierda Española, que sobre el papel es recibida como alternativa ante la peligrosa deriva del PSOE, no deja de ser la reunión de retales de UPyD, de Ciudadanos, de elementos conversos de IU, así como un generoso número de militantes socialistas arrepentidos, aunque se han caído del guindo nada menos que con un retraso de dos décadas., que ya es tiempo. 

Algunos analistas, ahora los llaman politólogos, recuerdan insistentemente que el paréntesis socialdemócrata de Felipe González fue un providencial espejismo, con luces y sombras, pero que ayudó a consolidar la transición. El resto de su historia el PSOE ha sido un partido que odiaba a la derecha. Con la llegada de ZP volvían a su naturaleza guerracivilista que está en su ADN. Ahora, con Sánchez, ha regresado a los años 30 del siglo XX.

En Izquierda Española se autodefinen centralistas debido a su jacobinismo y enemigos del nacionalismo, razón por la cual reclaman la devolución de una serie de competencias a la administración central del Estado, entre ellas la Educación y también la Sanidad. Nótese que es un posicionamiento muy próximo a las tesis de Vox en relación al sistema autonómico, y mientras a estos últimos se les tacha por ello de extrema derecha fascista, aquí no pasa nada, tal vez porque comparten la idea generalizada de criminalizar a Vox, y de ahí el voto en blanco ante la posibilidad de futuros pactos PP-Vox. No se queda al margen la animadversión hacia el PP desde el momento en que su líder, Del Valle, cuela entre sus frases, siempre que puede, la expresión ayusadas, que ya es una declaración de principios muy transparente.

Lo que me lleva a pensar que Izquierda Española no es socialdemócrata, en absoluto. Es izquierda pura y dura aunque debidamente maquillada. Son los buenos, para entendernos, aunque les delata la abstención o voto en blanco, cuando en realidad el país les reclamaba altura de miras y frenar al Averno.

Han decidido probar suerte el 9 de junio, presentándose a las Elecciones al Parlamento Europeo, y aquí es donde entra el electorado balear. ¿Habrá en sus listas alguien de Baleares? Por cierto, ¿queda algún socialdemócrata en el archipiélago? ¿Alguien de izquierda moderada y con los arrestos para ir a decirlo abiertamente? Porque aquí el PSIB-PSOE es hegemónico y con su secretaria general autoproclamándose socialdemócrata, que ya tiene su guasa. El centroizquierda nunca será mientras no desaparezca el PSOE.

En más de una ocasión me he referido a mis afinidades con los principios de la socialdemocracia, que además son adecuadamente dialogantes con el liberalismo desde la discrepancia ejercida con lealtad. Como tantos otros, desde las elecciones generales de 2008 también me he sentido huérfano al no disponer de la adecuada papeleta, una vez confirmada esa deriva de ZP, que ha alcanzado su pútrido zénit con el Sanchismo. Tal para cual. Pero la circunstancia adversa no me ha impedido votar al centroderecha. 

En las dos décadas largas que llevo escribiendo artículos de opinión, alguna vez me he referido al origen histórico de la socialdemocracia consistente en contribuir a cambiar las políticas sociales desde dentro del sistema, en lugar de acudir directamente a la ruptura, cuyo protagonismo tomó como bandera el comunismo, en origen el sector crítico de la socialdemocracia en el siglo XIX hasta desmembrarse de ella y seguir su propio camino cuyo balance es de sobras conocido: millones de muertes derivadas de su autoritarismo.

No es casual que se hable de las similitudes entre la derecha y la izquierda en Europa, en materia de derechos sociales. Y no lo es porque es la gran contribución de la socialdemocracia: embridar a la derecha para que asuma unos valores cívicos que hoy son universalmente aceptados en Occidente a sabiendas de que la gestión es patrimonio de la derecha, mientras los avances sociales lo es de la socialdemocracia. Una manera de complementarse, que ha encumbrado el Estado del bienestar desde la Segunda Guerra Mundial. De ahí lo demoníaco del no es no, ¿cuántas veces quiere que se lo diga?

El panorama electoral en España siempre se ha dicho que era de tendencia natural de centroizquierda, lo cual es discutible a pesar de comprobarse que el PSOE es el partido que más años ha gobernado en democracia.  

Digo que es discutible, desde el momento en que al producirse una deriva hacia la extrema izquierda, a partir de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero, el votante de centroizquierda ha seguido votando PSOE a pesar de la aparición en escena de un fraudulento Pedro Sánchez. ¡Hasta Felipe González le votó el 2019 y desconocemos si reincidió el 2023! Por tanto, no es un votante de centroizquierda, al contrario. Su perfil es el de votante prioritariamente de naturaleza cainita que solamente ve enemigos políticos en lugar de adversarios, que en democracia es lo que realmente son. 

Tanto es así que una vez contrastada la peligrosa deriva del PSOE, parte de sus votantes desertores han optado por abstención o voto en blanco, antes que contribuir a frenar la deriva acudiendo a dar  un voto de confianza a los liberales, históricamente interlocutores naturales de la socialdemocracia, y facilitar reconducir la situación, evitando la quiebra del Estado, sin el cual también la socialdemocracia desaparecería de nuestra realidad.

Lo bueno de Izquierda Española es que el 9 de junio tal vez contribuirá a la resta de votos al PSOE, encumbrando, involuntariamente, al PP. Si además, en las elecciones gallegas y vascas el PSOE se pega el gran estacazo será el principio del fin del Sanchismo. A lo mejor Guillermo del Valle conseguirá  un escaño en Estrasburgo vendiéndonos la moto de que David venció al fin.

Pero, insisto: mientras no desaparezca el PSOE, que ya va siendo hora, el centroizquierda no tendrá la más mínima oportunidad de ser alternativa. Y cuando eso ocurra, si ha de ocurrir, dejen en paz a Isabel Díaz Ayuso.

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