El Lenin de Galapagar

Cuando se habla de crispación en la política española los opinadores progresistas a sueldo de Pedro Sánchez apuntan a la «derecha extrema» del Partido Popular o a la «extrema derecha» de VOX, como si el rencor que se vierte desde los medios de comunicación públicos y concertados que domina el PSOE y sus aliados separatistas no fuera el auténtico cáncer que corroe a la sociedad española. Pero si hay un maestro en el arte de embarrar la política, de dividir a los españoles y en insultar a los que se oponen a sus postulados políticos, este es Pablo Iglesias, conocido como el Lenin de Galapagar y que tiene como gran mérito político el haber convocado un referéndum entre sus bases para que refrendaran la compra de su entonces casoplón. Por supuesto, lo ganó.
Un abogado, Jesús Santorio, ha denunciado al gran hacedor de Canal Red y a unos cuantos de sus colaboradores por haber revelado (presuntamente) sus datos personales. El ejército de fans de Pablo Iglesias que se ha dedicado durante años, impunemente, a destrozar el buen nombre de muchos detractores del populismo salvaje de Podemos, ha desarrollado hasta el límite unas tácticas de acoso digital que han sido muy útiles para desgastar a sus adversarios políticos internos y externos. Ya sería hora que esta barra libre llegara a su fin, y ojalá los esfuerzos de Santorio – conocido en la red social X como Sr. Liberal – fructifiquen. Por el bien de la libertad en nuestro país, gravemente amenazada por estas cacerías virtuales. De momento, un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas. Hay esperanza.
Podemos hace demasiado tiempo que se convirtió en un partido desagradable, por eso pasó de tener 71 diputados en el Congreso a apenas poder llenar un taxi. Y sus dirigentes siguen pensando que, a base de cacerías en las redes sociales y en los medios que controlan, de insultos y de crispar el ambiente, van a conseguir volver a ser la verdadera izquierda. Podemos murió como alternativa creíble el día que los Clinton de Galapagar cambiaron la retórica del piso de Vallecas por el chaletazo. Ya no hay quien se los crea, por mucho que Ione Belarra vaya paseando su bilis por todos aquellos barrios y ciudades en los que hay problemas entre los vecinos y bandas de maleantes – muchos de origen extranjero – que se dedican al robo y a las agresiones ante la indiferencia del Gobierno de Pedro Sánchez, cuyas políticas son las causantes del actual clima de inseguridad total.
El estilo que impuso el Lenin de Galapagar a la política española es el mismo de Carles Puigdemont, del ex etarra Arnaldo Otegi, del golpista Oriol Junqueras, de los cuperos que ejercen de fieles escuderos del PSC de Salvador Illa: laminar al discrepante, usar los medios de comunicación para señalar y destruir al adversario político e imponer una agenda política divisiva que intenta excluir a más de media España. Este estilo ha sido copiado por Pedro Sánchez, que pasó de abrazarse con Albert Rivera para pactar un gobierno moderado entre PSOE y Ciudadanos a reunirse con los proetarras de Bildu y a amnistiar a los golpistas del 1 de octubre que intentaron acabar con nuestro sistema democrático. Ahora es el Lenin de Galapagar el que puede acabar en el banquillo. Esperemos que algún día le toque al Lenin de la Moncloa.