Valls, ni conoces Barcelona ni conoces España
Las elecciones del pasado domingo han abierto una oportunidad histórica, llena de esperanza, para acabar con 36 años de corrupción socialista en la Junta de Andalucía. El cambio político que han pedido los andaluces en las urnas será posible con un Gobierno autonómico presidido por Juanma Moreno Bonilla (PP), con la participación o el apoyo de Ciudadanos (C’s) y VOX. Las diferencias programáticas entre estas tres fuerzas políticas, las grandes vencedoras de la jornada electoral del 2-D, no pueden impedir un gran acuerdo que permita abrir una nueva etapa para Andalucía Pero el ex primer ministro francés y candidato de Ciudadanos a la Alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, parece empeñado en torpedear este acuerdo. En un intento de condicionar la política nacional del partido naranja, Valls se mostró rotundo el miércoles al afirmar que «no puede haber pactos con VOX en Andalucía».
El político socialista adoptado por Ciudadanos se equivoca de enemigo. Entre otras propuestas que pueden ser cuestionadas, VOX defiende una reforma de la Constitución para que la Administración central recupere las competencias de Educación y Sanidad, pero lo ha hecho siempre dentro de los cauces legales y desde el respeto al Estado de Derecho. Si hoy existe una grave amenaza para la convivencia y la democracia, no la encarna VOX, sino los violentos de Podemos (que tras su fracaso electoral tomaron las calles de las capitales andaluzas, demostrando que no aceptan el resultado de las urnas) y los independentistas que pretenden destruir la Constitución y privar de sus derechos a siete millones y medio de catalanes.
De hecho, en sus últimas comparecencias públicas, Valls ha sufrido el acoso y la intolerancia de los mismos radicales independentistas que intentan sabotear cualquier acto convocado por VOX en defensa de la unidad de España. La elección de Valls como candidato independiente a la Alcaldía de Barcelona fue una apuesta arriesgada de Albert Rivera. Durante las últimas semanas, ha demostrado que no es el mejor conocedor de su ciudad natal, Barcelona, y ahora parece incapaz de entender la importancia que tiene para todos los españoles el cambio político en Andalucía, propiciado por el resultado electoral del pasado domingo.
Tras cuatro décadas de corrupción y redes clientelares tejidas por los socialistas, que habían condenado a los andaluces al estancamiento económico y las tasas de paro más elevadas de Europa, se abre una oportunidad histórica para modernizar esta región y demostrar que es posible otra forma de gobernar. Aunque esté cargado de buenas intenciones, Manuel Valls parece incapaz de entender que este cambio político constituye el inicio del cambio que los españoles esperan lograr en las elecciones generales que Pedro Sánchez se resiste a convocar.