Todo le vale a este PSOE inconstitucional

PSOE inconstitucional

«España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». Es el artículo 1 de la Constitución de 1978. En el 2 se afirma que la soberanía reside en el pueblo, en el 3 que somos una Monarquía parlamentaria, en el 4 que se fundamenta en «la indisoluble unidad de la Nación española», en el 5 que el castellano es nuestra lengua oficial y, a continuación, se define todo el régimen de derechos, deberes y libertades de los ciudadanos y se delimitan los poderes de las instituciones con las que se organiza políticamente la nación. Pero en el número uno y por delante de absolutamente todo lo demás se establece que nuestra democracia se fundamenta en la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político con el que el PSOE pretende terminar.

Poco más adelante, en el artículo 6, la Constitución concreta que «los partidos políticos expresan el pluralismo político», con la única condición de que tengan estructura interna y funcionamiento democráticos. Junto con la libertad ideológica establecida como derecho fundamental en su artículo 16, el pluralismo político se convierte así en la base de un sistema democrático basado en la existencia de distintas ideas e intereses entre grupos de personas que se organizan entre ellas para llegar a acuerdos y consensos. Estos diferentes grupos de personas puede ser que se diferencien por su ideología socialista, liberal, conservadora, etc. O también puede ser que defiendan intereses diferentes como los regionalistas, nacionalistas, ecologistas, animalistas, etc. Nuestra Constitución obliga a que nuestra organización como Estado se fundamente en el consenso, la alternancia y el respeto a las ideas e intereses de los demás.

Hubo un tiempo en el que el PSOE sí respetó la Constitución y el pluralismo político, aunque no en sus orígenes. No respetaba las ideas de los demás el PSOE que se dedicó a quemar iglesias y conventos en la Semana Trágica de Barcelona de 1909. Ni el del golpe de Estado contra la Segunda República de 1934. Ni mucho menos el PSOE que provocó el inicio de la Guerra Civil asesinando a Calvo Sotelo. Pero después del Congreso de Suresnes de 1974, Felipe González permitió la alternancia democrática, base del pluralismo político. Y así, cuando Aznar le ganó sin llegar a conseguir mayoría absoluta las elecciones de 1996, después de 14 años seguidos de gobierno socialista, González se abstuvo de intentar retener el poder siendo él quien pactara con los nacionalistas catalanes y vascos que podrían haberle permitido seguir gobernando, y dejó que fuera el Partido Popular quien, tras el Pacto del Majestic, accediera al poder.

Algo parecido hizo el PSOE en octubre de 2016, aunque para eso tuvieron antes que echar a Pedro Sánchez de la Secretaría General tras forzar la disolución de la Ejecutiva Federal y así impedirle formar un Gobierno Frankenstein, similar al que pretende ahora, con los votos de los separatistas y los proetarras. Pero, desde que Sánchez volvió a ponerse al frente del PSOE en mayo de 2017, su partido ha vuelto a convertirse en el que era antes de 1974, una organización que considera enemigos a los que opinan diferente y a la que todo le vale para impedir la alternancia democrática y la pluralidad política.

«Si la alternativa es amnistía o que gobierne la derecha, me quedo con la amnistía». Esta frase la firman no sólo los miembros de la actual Ejecutiva Federal del PSOE, sino todos los militantes que no entregan su carnet y los votantes que siguen apoyando a Pedro Sánchez. Y donde dice amnistía, cabe todo, sin límite ninguno. Para que no gobierne la derecha, el Partido Socialista aceptará el referéndum de autodeterminación y los pactos con ETA, del mismo modo que ha aceptado los indultos, que se entreguen todos los presos etarras al PNV, que se pacte con los amigos de los terroristas de Hamás, que se rebajen las penas a miles de violadores y se liberen a ya ni se sabe cuántos cientos de ellos. Cualquier cosa que exija cualquier enemigo de España será aceptada por las bases del PSOE con tal de mantener el poder e impedir que gobierne la derecha. En esa basura se ha convertido el partido liderado por Pedro Sánchez. Un partido que le ha dado la vuelta al Congreso de Suresnes para volver a convertirse de nuevo en el de Largo Caballero e Indalecio Prieto. El PSOE de Sánchez no es constitucional porque ya no permite el pluralismo político.

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