Los socialistas y sus pactos de pacotilla

Cataluña
Los socialistas y sus pactos de 'patcotilla'

Los socialistas siempre están con los nacionalistas. Nunca te fíes porque no cambian. Su visión supersticiosa de la sociedad y de la política («Catalunya és una nació» i xarnego l´últim) ) les lleva a traicionar hasta el más elemental sentido común. Lo único que les importa en la vida es que no les asimilen para nada al PP y que, en Cataluña, no les tomen por eso, por charnegos.

Ahora, con el paripé del «pacto por la inmersión». Como saben, ERC y Junts per Catalunya siguen con la obsesión fundamental del mito nacionalista: la inmersión. Y llevan semanas de tiras y aflojas para ver de blindarla y, como dicen sus portavoces por la televisión, «alejar las togas de las aulas». Es decir, impedir que la Justicia se meta con su objetivo declarado de negar los derechos lingüísticos y el más común de los sentidos a más de la mitad de la población catalana.

Da igual que, como dice la querida Laura Fàbregas, este pacto no vaya a lado alguno. No modifica la situación creada por la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de aplicar el 25% de horas lectivas en castellano en las escuelas públicas catalanas. Y, como han dicho juristas y expertos (Pepe Domingo o Rafael Arenas), esta vez tiene carácter general y de obligado cumplimiento en todos los centros de la región. No es como con la sentencia del 2013 (aunque aquella doctrina ya fuera generalizable),
cuando se refería a un caso en particular. Ahora estamos en fase de ejecución forzosa después de que la Asamblea por una Escuela Bilingüe iniciara un incidente de ejecución.

Pero el PSC se ha puesto del lado de los «buenos» una vez más porque está en su naturaleza. Este partido ha defendido en el Parlament su pacto con los independentistas por la inmersión y la misma diputada Esther Niubó ha dicho más o menos lo de siempre: «Hoy gana la lengua, ganan las lenguas, gana la comprensión, gana la convivencia lingüística entre catalanas y catalanes y gana la cohesión. Y también gana el sistema educativo». Entre «catalanas y catalanes» nacionalistas y su propia cohesión, se entiende.

Y Salvador Illa, jugando a la ambigüedad y a la manipulación de las palabras, ha enredado a la manera sociata al decir que no estaba en ningún «texto legal» que el castellano fuera lengua de aprendizaje o curricular. Esta falsedad se pudo oír en Onda Cero. Y no es verdad porque figura en varias sentencias firmes, la última en fase de ejecución.

El artículo 35 del Estatuto sobre Derechos Lingüísticos en el ámbito de la enseñanza establece que «la enseñanza del catalán y el castellano debe tener una presencia adecuada en los planes de estudios» y que «el profesorado y el alumnado de los centros universitarios tienen derecho a expresarse, oralmente y por escrito, en la lengua oficial que elijan». Y el artículo 3 de la Constitución, en su apartado primero, estipula que el «castellano es la lengua española oficial del Estado» y que todos los españoles «tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla». No basta con un acuerdo parlamentario ni una nueva reforma educativa para eliminar el castellano de las aulas de forma legal.

La pregunta es si el Tribunal se cansará de tomaduras de pelo o les irá dando prórrogas. Porque aquí los indepes no escarmientan y siguen abusando de nosotros. Por ejemplo, este lunes por la mañana los trenes de alta velocidad que circulan entre Barcelona-Girona y la estación de Figueres Vilafant sufrieron entre 30 y 45 minutos de retraso. Fue debido a los actos vandálicos perpetrados en la madrugada del domingo por unos chalados bajo la sigla de un engendro llamado Acció per la Independencia. Dicen que lo hacen porque no «acatan la rendición». Con un parell.

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