La Semana Negra de enero de 1977

La Semana Negra de enero de 1977

Se acaban de cumplir 40 años desde el terrible atentado de los abogados de Atocha por parte de asesinos de extrema derecha y su memoria ha sido convenientemente homenajeada por todos. Sin embargo, la desmemoria histórica hace que hayan sido olvidados otros atentados de extrema izquierda cometidos aquella misma ‘Semana Negra’ de finales de enero de 1977. Atentados que pretendían hacer fracasar nuestra Transición democrática y que a punto estuvieron de conseguirlo, por lo que es imprescindible recordarlos.

A principios de 1977 la extrema izquierda llevaba dos años regando las calles españolas de sangre, tratando de boicotear el proceso de democratización, fundamentalmente porque no se había concedido una amnistía para los suyos, ni se pretendía juzgar al régimen franquista. ETA sumaba ya más de 50 asesinatos, el más cercano el 4 de octubre de 1976, cuando ametrallaron al presidente de la Diputación de Guipuzcoa, Juan María de Araluce, asesinándolo a él, a su chófer y a tres escoltas. Por su parte el FRAP –al que pertenecía el padre de Pablo Iglesias- y el GRAPO, habían cometido ya una docena de asesinatos y mantenía secuestrado, desde el 11 de diciembre de 1976, a Antonio María de Oriol, presidente del Consejo de Estado y ministro de Justicia entre 1965 y 1973.

Cuatro días después de este secuestro se celebró el referéndum por el que se aprobó la ‘Ley para la Reforma Política’. Redactada por Torcuato Fernández-Miranda –“de la ley a la ley a través de la ley”- esta norma fue el instrumento que desmontó el régimen franquista legalmente, con la aprobación de las propias Cortes nombradas años antes por Franco, por lo que también fue conocida como el «harakiri franquista». El referéndum constituyó un enorme éxito, con un 77% de participación que votó en un 94% a favor. Una semana después de celebrarse fue detenido Santiago Carrillo, junto a otros siete dirigentes del aún ilegal PCE, en una presunta operación pactada para, en una semana, ponerlo en libertad sin cargos. La extrema derecha, por su parte, también se oponía a este proceso democrático, ya que abominaban legalizar un PCE que, a diferencia del PSOE, a esta fecha ya había aceptado tanto a la monarquía como la bandera bicolor y se había desvinculado de la Unión Soviética. Así, terroristas del grupo Guerrilleros de Cristo Rey habían asesinado a dos manifestantes en el verano de 1976, tratando de provocar una reacción violenta de los comunistas, que evitara su legalización.

En este ambiente, entre el ruido de sables de una parte del ejército que no aceptaba de buen grado este proceso, manifestaciones proamnistía, asesinatos terroristas y secuestros, llegamos al domingo 23 de enero de 1977. La ‘Semana Negra’ comenzó con el asesinato del estudiante Arturo Ruiz en una manifestación proamnistía. Un pistolero de extrema derecha le disparó hiriéndolo de muerte. A primera hora  de la mañana del día siguiente, el GRAPO secuestró al presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, teniente general Emilio Villaescusa. Casi a mediodía, en una manifestación por la muerte de Arturo Ruiz, la estudiante María Luz Nájera murió a causa del golpe recibido por un bote de humo lanzado por la policía.

La Transición zozobra

Esa misma noche se produjo el atentado en el bufete de abogados laboralistas de la calle Atocha. Tres asesinos, vinculados al Sindicato Vertical de Transportes y a grupos de extrema derecha, les dispararon, asesinando a cinco personas y dejando a otras cuatro heridas. La oleada de terrorismo se cerró el 28 de enero, con otros tres muertos, dos policías y un guardia civil, que fueron asesinados por terroristas del GRAPO en las Cajas de Ahorros donde prestaban servicio. Al día siguiente, en el traslado de los cuerpos de los policías asesinados, en la explanada del Hospital Gómez Ulla, oficiales del ejército, vestidos de uniforme y a cara descubierta increpan al vicepresidente del Gobierno, teniente general Gutiérrez Mellado, gritando «Gobierno dimisión, ¡traidores!», «por encima de la disciplina está el honor», «¡Parece mentira, si Franco levantara la cabeza!».

Pero el aplomo del Gobierno, unido al talante de los españoles, consiguió evitar el involucionismo que querían provocar los extremistas de izquierda y derecha. Gracias al consenso, a la moderación, y a la negociación entre un Gobierno heredero de la dictadura y una recién nacida oposición democrática, se consiguió evitar un nuevo conflicto civil que nos arrebatara la democracia, objetivo de los violentos de ambos extremos. Y es esa misma extrema izquierda, la que mediante asesinatos y secuestros intentaba robarnos la democracia aquella ‘Semana Negra’ de enero de 1977, la que pretende hoy denostar aquel proceso de Transición y oculta vergonzosamente sus crímenes, mientras homenajea solamente a las víctimas de su bando. Memoria Histórica.

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