Savater decapita a los inquisidores

Savater
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El principal referente intelectual español (valentía incluida) de las últimas décadas, el filósofo Fernando Savater, ha demostrado que se puede ser un hombre de libros y de letras y, al mismo tiempo, tener capacidad para estar a la última y, si es necesario, fajarse contra la estulticia dominante aunque ella esté sufragada con el dinero de los contribuyentes.

Veamos. El filósofo no tuvo reparo alguno en calificar de «gorda» a la señora de la estampita, la acompañante del nuevo icono monclovita apellidado Broncano. ¿Recuerdan? Cuando la cosa de las uvas.

Tampoco el pensador se deshizo las meninges en ese esfuerzo porque gorda es la señora. ¿Pasa algo por ser gorda? No. Nada. Es una evidencia. Se ve que a lo largo de los últimos lustros el señor Savater ha venido a dejar algunos cadáveres en el camino porque algunos que deberían estar calladitos, conformarse con trincar su amplia y no justificada soldada y dedicar su tiempo libre a las conspiraciones de salón en el carísimo Pirulí (para el contribuyente), se lanzaron a su yugular en un ejercicio ad hominemde descalificaciones ridículas y personales.

Uno de los que fue nominado por Fernando a «tonto de la feria» ha sido el conductor/dueño (presume tanto que nunca se sabe) Javier Fortes, autonombrado inquisidor mayor del profesor. Recluido en su mundo del pensamiento y sus inevitables denuncias de las «satrapías Sánchez», Savater ha tenido tiempo y ocasión de publicar un gozoso y divertido artículo bajo el título de La gorda y la horda. Señala, entre otras cosas, que en España la purga social contra los insumisos se ejerce con entusiasmo en nuestra Al Qaeda mediática y sus incansables repeticiones en las redes… Hay cosas que no me indignan… Otras sí, sobre todo si es en un televisión pública pagada por todos: por ejemplo la tertulia de Fortes tras lo ocurrido a Sánchez y al Rey en Paiporta mintiendo descaradamente sobre una supuesta conjura de la extrema derecha, cuando sólo se veía gente indignada por la desatención institucional.

«Hablar de la gordura de los gordos no es un insulto, pero hablar de maquiavélicos ultraderechistas donde solo había gente justificadísimamente cabreada sí es un insulto a la inteligencia de los espectadores. No he leído artículos en prensa ni he oído voces en la radio reprochando a Fortes su caradura, quizá porque su caradura sectaria  es tan habitual que ya no despierta escándalo».

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