Sánchez plagiando a Bush

Sánchez plagiando a Bush

El Pedro Sánchez de hasta hace dos meses, que junto a sus ‘speech-writers’ o redactores de discursos abusó de las expresiones belicistas de George W. Bush para referirse a la pandemia del coronavirus, ha pasado de presentarse ante los españoles como el comandante en jefe que nos trataba de poner a salvo de la enfermedad a la deserción más absoluta. Cuando todos los presidentes de los países de nuestro entorno han seguido en su despacho trabajando, dirigiendo las riendas de sus naciones y tratando de evitar los malditos rebrotes, Pedro Sánchez se decantó por la huida, por irse de vacaciones a Lanzarote y a Doñana, mientras millones de españoles se resguardaron en sus casas imaginando el paso rápido de la enfermedad.

Siguiendo con símil de George Bush hijo, bien le valdría saber a Sánchez y a su entorno que han cometido dos de los errores más importantes que el presidente norteamericano realizó durante sus mandatos y que le supuso al Partido Republicano la derrota en las urnas en 2008.

El primero de ellos fue cantar victoria antes de tiempo. Es un clásico entre los dirigentes políticos cortoplacistas, que esperan ser conducidos en honor de multitudes ante los dioses del Olimpo a la mayor brevedad, anunciar que el principal problema que estaban encarando ha sido superado. Le ocurrió al presidente estadounidense tan sólo mes y medio después de haber iniciado la invasión de Irak, el 1 de mayo de 2003, cuando subido a un portaviones de la Marina anunció la victoria frente a Sadam Hussein. De sobra es conocido que la guerra se prolongó durante ocho años más, causando miles de muertos entre el ejército estadounidense, decenas de miles de fallecidos entre los iraquíes, arruinando al país de Oriente Medio y cercenando las cuentas públicas de la administración de los EEUU.

Algo muy similar hizo un pletórico Sánchez a principios del mes de julio cuando se presentó en Galicia, embriagado de ensoñaciones, y pronunció su famosa frase: “Hemos vencido al virus”. Aquella cita, realizada cuando los rebrotes empezaban a expandirse por toda España, siempre perseguirá la nefasta gestión que este Gobierno ha hecho desde siempre con la enfermedad. A día de hoy tenemos la misma cifra de contagios diarios que había a finales de marzo, afortunadamente con una mayoría de asintomáticos, pero las vidas que no se cobra la enfermedad en las UCIs de los hospitales se las lleva en los daños colaterales provocados por la crisis económica.

El segundo error cometido por Bush en relación con la guerra de Irak y que Sánchez ha mimetizado con la misma pericia que lo copia en sus discursos, es la ausencia de un plan B. El presidente de los EEUU desconocía, porque nadie lo había planificado, cómo iba a ser el Irak post-Sadam. Él y su entorno creyeron que una vez derrocado el dictador la democracia iba a florecer prácticamente sola. A Sánchez le ha pasado lo mismo con la enfermedad. Ni él como presidente del Gobierno ni nadie de su gabinete supieron poner en marcha un plan más allá de las desastrosas desescaladas. Confiaron en que lo peor ya había pasado y que, en todo caso, los nuevos problemas no llegarían hasta el otoño. Soñaban ingenuamente con recuperaciones económicas en forma de “V”. La realidad vuelve a enseñarle al presidente del Gobierno que no se puede dejar que la toma de las decisiones dependa de 17 presidentes autonómicos como se hizo en enero y febrero, porque el fracaso está asegurado. Sánchez es un presidente que siempre llega tarde y mal. Sus errores siempre acaban desembocando en cirugía de amputación, cuando ya no hay tiempo para cirugía de reconstrucción. Lo mismo que le ocurrió a Bush.

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