Sánchez llega tarde y mal a Venezuela

Sánchez llega tarde y mal a Venezuela

Vencido el plazo de ocho días que Pedro Sánchez otorgó a Nicolás Maduro para convocar elecciones, el presidente del Gobierno de España reconoció por fin ayer a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, pero sólo para que convoque elecciones. El reconocimiento de Sánchez llega tarde y mal. Tarde porque ese plazo ha sido utilizado por el tirano para hacer correr la sangre por las calles de Venezuela, reprimiendo violentamente unas protestas pacíficas que sólo pretenden que la ley y el orden democrático vuelvan a Venezuela y el golpista Maduro entregue el poder sin altercados. También ha servido ese plazo para que la narcodictadura acelere el proceso de expolio por el que lleva años robando las riquezas naturales del país, al tiempo que deja morir de hambre a su pueblo.

El pasado 29 de enero la ONU elevó a 43 el número de personas que habían sido asesinadas por el régimen chavista desde que la Asamblea Nacional de Venezuela, único órgano constitucional elegido democráticamente en el país, designase a Guaidó como presidente encargado del Gobierno de la nación. Además, informó de que casi 900 personas habían sido secuestradas por la narcodictadura, entre ellas 77 menores de edad, con lo que se estima en más de 1.000 el número de presos políticos que permanecen secuestrados en Venezuela a día de hoy. Pero es que, además de aprovechar ese plazo para masacrar a la oposición, el presidente del Tribunal Supremo venezolano en el exilio denuncia que los jefes chavistas están sacando el oro del país con destino a paraísos fiscales o incluso para financiar partidos de extrema izquierda en toda Europa, motivo fundamental por el que estos pretenden evitar las sanciones europeas al régimen chavista.

Pero la decisión del ‘doctor Cum Fraude’ no sólo llega tarde, sino que también llega mal. En primer lugar porque se equivocó al otorgar al tirano Maduro la opción de convocar unas elecciones democráticas cuando ni el Gobierno de España ni la Unión Europea han reconocido legitimidad a los comicios celebrados en mayo de 2018, de los que deriva su cargo conseguido fraudulentamente, siendo este el motivo por el que la Asamblea de Venezuela ha nombrado a Guaidó presidente encargado para lograr el cese de la usurpación mediante un gobierno de transición que celebre elecciones libres cuando se pueda. Y también es incorrecta, desde luego, la decisión de Sánchez porque, ocupando la presidencia del Ejecutivo con un respaldo parlamentario tan minoritario, no ha consensuado su postura con los partidos de una oposición que tiene bastantes más diputados que él y cuyas voces deberían haber sido tenidas en cuenta en una cuestión que afecta a los intereses estratégicos de España.

Guaidó debe convocar elecciones, sí, pero no de una forma precipitada y con todo el poder en manos de los chavistas, hay muchas cosas que debe hacer antes. Debe poner orden en el país y acabar con el baño de sangre en el que lo han convertido los chavistas, depurando el ejército, los organismos de inteligencia y policiales, así como desarmando a los colectivos paramilitares. Debe purgar las instituciones para librarlas del control de los más de 22.000 funcionarios cubanos infiltrados en altos cargos de varios organismos gubernamentales, debe poner orden en el Consejo Nacional Electoral y dejar sentadas las bases para la recuperación económica de Venezuela. Que actúe tarde y mal es lo único que podemos esperar de un líder del PSOE entregado a Podemos y a los golpistas catalanes. Líder, además, que antes de ser investido presidente prometió que convocaría elecciones “cuanto antes”, y en el acto en el que era investido prometió asimismo “hacer guardar la Constitución”. Aunque siguiendo la singular teoría de la vicepresidenta Carmen Calvo no son la misma persona, ambos incumplen las promesas exactamente igual porque Sánchez no convoca elecciones ni hace guardar la Constitución a los independentistas que le mantienen a bordo del avión oficial. Guaidó tiene mucho trabajo por delante antes de cumplir la ridícula exigencia del okupa Sánchez, que es quien debe convocar elecciones de inmediato.

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