Sánchez se corona en TV
Pedro Piqueras invitó a su tocayo Sánchez a T5 para que se definiera sobre la Monarquía. El maniquí de La Moncloa entró al trapo y, tras envolver en amnesia al comunista Iglesias, dijo auténticas maravillas de Felipe VI. El amo del PSOE declaró ser un constitucionalista sin fisuras, un sincero defensor de la institución regia. Piqueras propició que Sánchez se coronara como el corso Bonaparte, cuando se erigió en emperador. Vuelve la imagen, aunque nadie crea que Sánchez sea un monárquico de ley, entre otras razones, porque ni él mismo sabe qué es. Mitad oportunista, mitad diletante, inepto total para resolver cualquier cuestión seria, ya que sólo ansía el poder, se agarra como un náufrago a su balsa, siendo esa balsa la monarquía parlamentaria, que la Unión Europea tiene en alta estima. Sin Felipe en el trono, no habría rescate, ni préstamos. De ahí que Sánchez alabe al Rey y pase mucho, mientras trata asuntos refinados, de su insignificante lacayo bolchevique, que urde traiciones contra la Corona.
Hurguemos en el negocio con la lucidez que lo hace Diego Barceló: “La UE quiere convertir a Sánchez en el nuevo Tsipras y a Iglesias, en Varufakis. La ayuda europea busca evitar que esta crisis derive en un nuevo desborde social que aliente el avance del comunismo y del euroescepticismo en España y la propia UE. Con la “zanahoria” de los recursos prometidos, comenzará un juego delicado, que apunta a convertir a Sánchez en otro Tsipras (un izquierdista que se avino a hacer las reformas exigidas) y a Iglesias en la copia de Varufakis (un comunista que pasó, del gobierno, a la irrelevancia). Tal vez eso festejaba Sánchez, con ministros palmeros vitoreándole: la coartada perfecta para librarse de Iglesias”. La hiena ya no es bien vista en el palacio del cisne. Hoy, a dicho depredador se le exige, para acceder a La Moncloa, un certificado de vacunas. Sánchez ya no soporta su hedor, ni los mil inconvenientes que causa.
Pero la hiena sigue en sus trece: infamar al monarca y comprometer, siempre que pueda, al presidente del Gobierno. Mal bicho se agenció Sánchez para alargar la legislatura, por no hablar de otras amistades peligrosas: Otegi, Rufián, Torra y demás lunáticos. Como el déficit del Estado se quintuplicó en el primer semestre y al multiplicarse el número de contagiados y muertos, debido a la absurda y muy nefasta gestión sanitaria en la que Illa y Simón no pudieron superar el rigor de los CIS de Tezanos, España está donde está. Después de hundir el sector turístico y lograr que los autónomos desaparecieran del mapa económico, este Gobierno ha decidido tomarse unas muy merecidas vacaciones, por no haber hecho nada constructivo. Destrozar un país entero, agota las pilas y exige reponer fuerzas antes de que el otoño nos sorprenda con un estallido social.
La subasta de los fondos europeos en San Millán de la Cogolla no va a arreglar el futuro. La OCU ha avisado a los contribuyentes que les espera un sablazo fiscal. Sánchez llegó para quedarse, para robarnos a todos. Se coronó emperador en T-5, ante Pedro Piqueras, después de untarle vaselina al Rey, pues sin Felipe VI, como jefe del Estado, la UE no suelta un duro (quiero decir, un euro). Así que Iglesias se puede ir a su dacha de nuevo rico hortera, a tomar mucho por donde amargan los pepinos.
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