Robaron todos y lo robaron todo
El PSOE ha tocado fondo, aunque le cueste aceptarlo a sus hordas militantes, que siguen confiando en el virtuosismo de la organización criminal más perfecta que ha dado España en siglo y medio de existencia. No hay parangón en Europa ni en el mundo, porque hasta el PSOE mexicano, el PRI, Partido Revolucionario Institucional, ha acabado por denunciar la corrupción que su primo atlántico lleva perpetrando en la Internacional Socialista desde que Zapatero y Sánchez hundieron sus manos en ella. Como partido sistémico que es, no llegó al poder en 2018 para acabar con la corrupción que le aupó al mismo y por la que justificó una moción de censura, sino para robar lo mismo o más, con la impunidad moral que le da el hecho (subjetivo), a diferencia de los anteriores, de ser de izquierdas, o sea, socialistas, que ya sabemos que es el sello exculpatorio con el que se presentan al mundo los más depravados sicarios de la libertad.
No va a quedar nada en España cuando Sánchez se vaya, y mientras los mantecados sindicalistas y la tropa de trincones del Estado se desperezan para manifestarse contra el primer gobierno de derechas que le suceda, habrá que ir reseteando el sistema y demandar que desmantelen todo el artefacto creador de corruptelas y delincuencia que nos ha traído hasta aquí. Desde el negocio de los chiringuitos ideológicos hasta la red de voto comprado que provoca la cautividad del ciudadano hacia el Estado, financiada esa dependencia por un sector privado menguante y extenuado por tanto impuesto y burocracia ineficiente. El rojerío empezará entonces a preocuparse por la sanidad y educación y gritarán recortes donde habrá una justa eliminación de vividores de la causa. Porque la tijera también les afectará a ellos, silenciosos en el peor momento económico de España, callados como las meretrices de Ábalos cuando todo sube menos los sueldos, y la economía familiar resiste a golpe de resignación, mientras la pobreza estructural se incrementa y los jóvenes se hacen de “ultraderecha” porque sí. El globalismo sólo ha creado imbéciles de relato.
Ni siquiera el reposicionamiento que están efectuando algunos miembros insignes del equipo de opinión palmera y sincronizada podrá salvar a Sánchez de su ocaso político y su previsible futuro si permanece en España: sentarse ante la Justicia y responder ante la corrupción que, por dirección u omisión, ha podrido la nación y sus instituciones. En ese fondo oscuro en el que acabará el sanchismo, el machismo psoeestructural (en acierto ondarriano) intenta abrir una puerta, consciente del nivel intelectual de su votante, militante y del hooligan que olvida pronto la impronta delictiva de sus felonías: la sucesión pactada, coordinada y monitorizada hacia un nuevo liderazgo que empiece por condenar a señoros y machirulos, o sea, a puteros y acosadores, y así limpiarse el alma sucia para volver a presentarse como el partido de los pobres, los desfavorecidos y del progreso. Sólo hay algo más constante que la traición del PSOE a España: la amnesia de los ciudadanos hacia su estafa.
Pero así llevan más de un siglo, controlando la pobreza de los demás mientras salvaguardan la suya. Porque fuera del escaño sólo hay hambre y escarnio para quien no sabe crear riqueza y se dedica con entusiasmo a expropiar al vecino lo que produce y gastarlo en lo que no debe. Han robado tanto que nunca sabremos la cuantía del saqueo. Por eso, el dinero no retornará a las arcas públicas. Han robado tantos que tampoco hay cárceles suficientes para enchironarlos a todos. Y así, seguirán libres delincuentes con carné de presunto servidor público. Por mucho que escondan la realidad en Ferraz, tienen al partido repleto de todo aquello que dicen combatir y denunciar: ser feminista y ser socialista es hoy la mejor carta de presentación de todo lo que uno no debe ser ni votar en vida.
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