El Rey ha hecho lo que debe hacer

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El Rey ha vuelto a hacer de Rey. Como ya hizo aquel 3 de octubre de 2017 y España entera aplaudió su entereza, liderazgo y firmeza ante el intento de golpe de Estado que los socios de Sánchez perpetraron contra la legalidad, la institucionalidad, la razón y la libertad de la mayoría de los ciudadanos, no sólo de Cataluña. Pero si entonces aplaudimos a Felipe VI por haber cumplido su papel como Jefe del Estado, hoy no podemos menospreciar su decisión de pedir a Sánchez que intente formar gobierno, cumpliendo con su responsabilidad ajustada al artículo 99 de la Constitución española. Dicha práctica es la que ha venido protagonizando desde que sucedió a su padre. Así, en 2016 solicitó a Rajoy formar gobierno, algo que el entonces presidente declinó porque no sumaba una mayoría suficiente. Acto seguido, Felipe VI encargó a Sánchez idéntico cometido, y tras semanas intensas de negociaciones con Ciudadanos (llegó a firmarse aquel Pacto del Abrazo con acuerdo de investidura) finalmente no consiguió el objetivo y, por tanto, se convocaron nuevas elecciones para junio. Ahora, como entonces, se ha
repetido historia y casi protagonistas. Ante la misma situación, el Rey ha actuado de la misma forma. Por tanto, no pidamos explicaciones a quien ha cumplido con el mandato que le dimos los españoles y le otorga la Constitución que decimos respetar y defender.

Si nos molesta como ciudadanos lo que Sánchez perpetra, sus mentiras, felonías y veleidades autocráticas, la respuesta debe partir de una rebeldía civil que vaya más allá de concentrarse en plazas cerradas donde lanzamos cariñosos vituperios y generosos epítetos al Gobierno. Dichas manifestaciones, con oposición política y social cohesionada, deben situarse frente al Palacio de la Moncloa, con o sin autorización de la delegación, de manera espontánea u organizada, para que el mundo escuche que los españoles no nos resignamos a que nuestra nación sea derribada -y el Estado de derecho conculcado- por quienes la odian y calumnian. Y que tampoco aceptaremos que Sánchez y sus comunistas aliados conviertan a España en la Argentina de Europa. Sólo en esa respuesta multitudinaria ante el derribo de la democracia, haya o no amnistía, podemos cumplir el papel que como ciudadanos libres se espera de nosotros. Y en ese camino no debe importarnos el papel que jueguen las serviles ovejas al régimen, que prefieren la comodidad del rebaño y la pertenencia acrítica a la tribu pastoreada que su libertad como individuos. La conjura ante lo que viene no debe ser real, sino cívica. Y civilizada. Pero dejemos mientras tanto en paz al Rey. Sobre todo, porque ha hecho lo que debía hacer.

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