Redondo o la cuadratura de la indecencia

Resulta toda una ignominia que la ministra de Igualdad, Ana Redondo, pida disculpas por el «ruido» generado en los medios de comunicación por la chapuza de las pulseras antimaltrato —»ruido» del que nos sentimos orgullosos al constatar que las informaciones de OKDIARIO han provocado una honda repercusión social—, pero no pida perdón por la calamitosa gestión y la inseguridad que los fallos de las pulseras, además del vacío informático, han causado a miles de mujeres, expuestas gravemente por la palmaria negligencia de su departamento.
O sea, que el «perdón» de Redondo es por el daño que a las víctimas han provocado las informaciones sobre el caos de su ministerio y no por los fallos que dejaron a un gran número de mujeres en una situación de indefensión. A esto se le llama hacer cumbre en la infamia y superar su anterior marca mundial de indignidad, que ya era difícil.
Redondo o la cuadratura de la indecencia. Toda su estrategia desde que estalló el escándalo ha sido negar la evidencia y emprender una burda huida hacia delante trufada de mentiras. La ministra ha tratado de despachar el asunto recurriendo al grosero mantra de que todo ha sido una cadena de bulos fascistas, pero la realidad y la verdad de las informaciones publicadas por este periódico han desnudado su plan. Ella sigue subida a lomos del embuste exhibiendo una falta de empatía con las víctimas muy propia del feminismo de salón. Ese que destila sectarismo y es capaz de anteponer su funesta ideología a la protección de las mujeres maltratadas.