Las raíces jerezanas de la prometida del alcalde de Madrid
María del Carmen de Herrera y de Herrera fue la única hermana de la nuera de Antonio Maura: Julia, V condesa de la Mortera, duquesa de Maura (1884-1968). Vivió con ellos hasta que se casó, en 1906, con el jerezano Francisco Moreno Zuleta de Reales, conde de los Andes, pasante del despacho del suegro de su hermana. El matrimonio tuvo cinco hijos. La primera, Consuelo, murió siendo niña en San Sebastián. Su madre, ante esta desgracia, quiso hacerla santa, siguiendo lo acontecido con Antonio Martínez de la Pedraja, conocido como el «niño santo» de Santander, hijo de una prima suya. Este niño fue apadrinado por la primogénita de Julia de Herrera y Gabriel Maura, futura duquesa de Maura, y por el conde de los Andes. Estaba enterrado en una capilla en Liencres. Tras su beatificación, y como extraño tormento hasta el fin, se le concedió a la madrina el honor de escoger un hueso (ya santo). Escogió el dedo meñique. Al padrino, procurando darle aún mayor honra, se le entregó el fémur. No olvidemos que fue Dalila la que le cortó los cabellos a Sansón, pensamos también en el moro de Numidia, en el huno del Istro y en el sármato de Tanais… sopra il capo ha il nembo. La vedi tu? La vedi tu com’ella.
El segundo hijo fue Francisco de Asís Moreno de Herrera, VI conde de los Andes. Se casó en 1931 con una hija de los duques del Infantado, Teresa de Arteaga Falguera, XII marquesa de la Eliseda. Este matrimonio tuvo varios hijos. El primogénito fue Álvaro, que heredó los títulos de su padre. Le siguió Iñigo, que se casó con Teresa de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma, hermana del duque de Calabria. Desde su matrimonio, en 1961, hasta 2010 ostentó la dignidad de marqués de Laula, título de la Casa del Infantado que les cedió su tía María de Arteaga Falguera, marquesa de Távara. A partir de abril de ese año, pasó a ser, por concesión del Rey Juan Carlos I, marqués de Laserna. Son Iñigo y Teresa los abuelos maternos de la prometida del actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. La tercera fue Ymelda, que se casó con el marqués de Poza. Son sus hijos Fátima, que estuvo casada con Carlos Falcó, marqués de Griñón, Teresa, Sofía, Gonzalo y Alfonso de la Cierva Moreno, duque de Terranova y conde de Ballobar, respectivamente. Le siguió Fernando, diplomático, que quedó soltero. La quinta hija fue Consuelo, casada con el militar de aviación José Ramón Gavilán Ponce de León. La pequeña fue Carmen, marquesa de Sales por su matrimonio con Antonio del Rosal Granda.
Las hermanas de Herrera y Herrera habían nacido en Cuba, de manera que el exotismo de Las Antillas tiene aquí su protagonismo, los toquecitos afectaditos norteños también están presentes -como se ha podido leer-, lo castizo de la capital es fundamental y, para rematar, ese tatarabuelo andaluz que hace que toda esta historia siga esa máxima que dice «no hay cuento soso como el que lo cuente sea gracioso». Recuerdo ahora una vez que un mayordomo me dio indicaciones cuando fui a visitar a un conde jerezano: «Pase, señorita, el joven conde la espera en el salón». Cuál fue mi sorpresa cuando, desde la estancia a la que debía acudir, se oyó: «¡Joven conde lo serás tú!». Estén tranquilos que, aunque conde y de Jerez, no era el de Los Andes, me privaré de dar este dato. Aquí hablamos de una familia seria y moralmente intachable.