42.000 millones en intereses de deuda en 2025

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  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Datos para destruir un relato tan triunfalista como falso. Al 31 de diciembre de 2025 el Estado español habrá desembolsado la friolera de 42.000 millones de euros en concepto de intereses de deuda en un volumen total que alcanzaba al cierre en el pasado mes de junio el 103,4% del PIB.

¿Qué significan estas cifras? Sencillo, las amas de casa son las que mejor pueden entenderlo, que España no podrían pagar con toda su producción nacional todo lo que debe. Por lo tanto, el coste por el pago de intereses de la estratosférica deuda acumulada por los diferentes gobiernos aumenta cada año. La cifra récord se alcanzará este 2025 con esa cifra redonda de 42.000 millones de euros, según las previsiones realizadas por la Autoridad Independiente (AIRef).

Por corto y por derecho, que cada vez los españoles somos más pobres y en términos generales cualquier españolito que se incorpora a la vida viene con una deuda bajo el brazo cercana a los 48.000 euros, que ya es decir. Supone que esos 42.000 millones, que al final suponen colocar a las próximas generaciones en una situación mucho más pobre que las actuales, es una cifra que supera en 4 veces todo el presupuesto en Investigación +Desarrollo (I+D), Infraestructuras o Seguridad Ciudadana.

Con un gasto público desbordado (sólo en concepto de IMV hay 2,5 millones de perceptores) la Autoridad Fiscal calcula que en cuatro años la diferencia con el PIB ascenderá hasta el 2,9 por ciento.

Los políticos gubernamentales podrán decir lo que quieran; pero con estas matemáticas la conclusión es simple: es una deuda tan absolutamente intolerable como impagable. Los diferentes organismos europeos que tienen la misión de fiscalizar estos dígitos llevan tiempo alertando al respecto sin ningún tipo de éxito. Porque tras siete años en el poder, a Pedro Sánchez, sus ministros y coaligados parece importarles una higa… Esconden la cabeza bajo el ala al grito de «quien venga atrás, que arree».

Una política irresponsable que carga a esas futuras generaciones que están por venir una factura que no les corresponden. Y se dicen progresistas cuando lo único que puede colegirse de esa actitud política es sustanciar un extraordinario egoísmo.

De los 27 países que conforman la actual Unión Europea, sólo hay cinco cuyo volumen de deuda pública supera el total de producción; España es uno de ellos.

Al frente está Grecia, seguida de Italia, Francia, Bélgica y España. Numerosos colegas de Sánchez en el selecto club UE siempre se han referido al primer ministro español como un «manirroto». Y está por conocerse en toda su extensión el déficit por cuenta corriente que se mantiene como si fuera un secreto de Estado, porque realmente lo es.

Pese a estos datos, el Gobierno por ahí anda presumiendo de lo que debe y repartiendo por doquier un dinero que no es suyo. Y tras siete años hay que volver a repetir que no tiene espíritu de enmienda mientras que la capacidad fiscal entra en colapso. ¿Se puede pedir todavía un mayor esfuerzo fiscal a las clases medias y bajas? Decididamente, no. Han mentido y mienten respecto a los 86 impuestos que se han incrementado considerablemente durante el sanchismo. ¿Progresismo? No. Manirrotos.

Nadie pide que se recorte en Educación; mucho menos en Sanidad y Servicios básicos como seguridad. No. Se pide que se pegue un tajo a la «industria política», a los carísimos brindis ideológicos, a los chiringuitos improductivos y a la pléyade de asesores enchufados y clientelares.

Estos, los de ahora, son tan incapaces como hueros.

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