¿Qué sería hoy de España sin Europa?
Con los negacionistas de Europa, que existen, todavía y pese a lo comprobado, unos cuantos por estos lares, sucede lo mismo que con sus correligionarios que niegan el virus y las virtualidades de la consiguiente vacuna.
¿Alguien en su sano juicio pudiera imaginar lo que estaría sucediendo en España de no llevar ya muchos lustros incardinados en la primera multinacional política del mundo? ¿Qué futuro podría contemplarse desde un Estado en quiebra, con una deuda impagable y un déficit por cuenta corriente insostenible? ¿Qué pasaría en este país con las libertades ante un Gobierno que no muestra el mínimo respeto por las mismas y en cuanto puede se la clava a sus ciudadanos?
Por fortuna, la Unión Europea se ha convertido en una especie de gendarme sin armas que vela no sólo por cierta estabilidad y crecimiento económico de sus miembros, sino que recuerda cuando alguien se desmanda que esa unión es consustancial a una serie de valores irrenunciables y a los que hay que someterse.
Todo lo anterior no interesa en modo alguno a los populistas a diestra y siniestra. Lógico. Sus valores son antagónicos y contrapuestos. Sucede que gobiernos representados en las instituciones europeas cuyas medias se compadecen malamente con las órdenes supranacionales ahora no tienen más remedio que acatar lo que se les manda. Básicamente, porque, en primer lugar, no recibirán un euro de los fondos comunitarios y, en segundo lugar, porque pudieran verse abocados a un despedido inmisericorde.
Europa es básicamente moderación, equilibro y sensatez. En España existen formaciones políticas con representación parlamentaria que son fieles seguidores del radicalismo, el desequilibrio y la insensatez.
Definitivamente, fuera de Europa no hay salvación. Punto.
Creo que se me ha entendido todo. Al menos, debería.