PP: vista a la izquierda a pesar de Txapote

PP Txapote

Aún demudados por la torpeza e inepcia con que se han comportado en el escándalo de la Ley Txapote, en el Partido Popular tratan de cerrar esa pantalla, como dicen los modernos, y ensayan un giro copernicano al asunto con esta noticia: «Nuestras encuestas reflejan que por la derecha tenemos ya poco que rascar, escasos diputados, por la izquierda de los desencantados u opositores a Sánchez un poco más, así que en eso nos vamos a centrar».

Y ofrecen este dato: los sondeos retratan -dicen- que el trasvase de votos del PSOE al PP en este momento se cuantifica en 469.303 electores, o sea, el 6% de los que se pronunciaron hace un año por Pedro Sánchez. La cifra de Vox, 6,4%, es sin embargo más modesta: 195.648. Todo esto, naturalmente, antes de que se conociera la pifia del Parlamento enganchada a una treta infumable del PSOE y sus socios.

En todo caso, es de suponer -se supone bien- que Feijóo y su gentío recuerde bien el agujero que le hicieron antaño las políticas socialistas del confiscador Cristóbal Montoro y también, aunque quizá en menor medida, la ductilidad amable de Santamaría que presidió la posición de Rajoy.

Vamos a creer que el PP actual está vacunado contra aquellos desmanes, por tanto lo de ahora -digan lo que digan los sondeos- es arriesgado, sobre todo después de los fiascos parlamentarios de estos días. El giro social que ha ordenado Feijóo desde luego cumple con una primera condición: la de ocuparse de los que se llaman tópicamente los problemas reales de los españoles. Con la vivienda en el puesto de cabecera. Y después, claro, la inmigración. Y ahora, los sueldos, que van en el próximo paquete siempre y cuando Txapote les deje en paz, lo cual es algo más que improbable.

El PP apuesta por una opción, aún sin detallar del todo, que se resume así: más suelo, más vivienda. La comunista, que apadrina el Gobierno del autócrata, conduce a la intervención estatal sin matices. Claro es que el público en general no tiene la menor confianza en que esta nebulosa estrategia para la vivienda del PSOE goce del menor crédito porque, ¿qué se hicieron de aquellas, casi, 200.000 que el mentiroso Sánchez prometió en la campaña electoral de mayo del 23? Cero pelotero.

El PP por su lado tiene iniciado en las regiones que gobierna un plan para el objetivo que marca su jefe, repito: más suelo, más viviendas. Curiosamente es más difícil aportar suelo al mercado que casas en construcción. Para el PSOE el programa está claro: yo decido a quién le robo tierra para urbanizar y luego ofrezco a los clientes pisos subvencionados, tasados o regalados, que de todo hay. Si el PP cae en la tentación de resucitar a lo bruto el IVIMA habrá copiado aquel modelo socialdemócrata -¡qué digo, socialista sin disimulo!- de los que trituraron el PP desde dentro.

Todo ese giro social que patrocina ahora este partido, no se sabe si aconsejado por las encuestas o porque le resulta embriagadora la mirada a la siniestra, encierra peligros evidentes, por ejemplo: ¿Acarrean al PP algunos votos más los elogios del leninista Errejón a cuenta del mencionado giro? Desde luego que no. Además, permítannos añadir esta certeza: algunas autonomías, sus presidentes en concreto, recelan de esta nueva postura, lo cual resulta muy negativo para el futuro del pesadísimo giro porque entorpece otro de los eslóganes que la dirección del PP está situando en el frontispicio de su nueva táctica: «Hacer política sin Gobierno pero con gobiernos». O sea: reconocemos que lo de Sánchez y su Ejecutivo de ultraizquierda va para largo, pero nos servimos de nuestra posición en las regiones donde mandamos; a la carótida contra Sánchez aquí, acá y acullá. Pero la gran pregunta del momento ennegrece todo este montaje popular: ¿Cuánto durará el tsunami de Txapote que puede arruinar todo este fundamentado giro social?

Ahora, a parte de pedir perdones y gestionar el inmenso error, también de descuajar semanalmente toda la marea, engañosa, pérfida y destructora del PSOE, Feijóo tiene decidido -o tenía- que a su gentío le importa más la vivienda que no tienen sus hijos o sus nietos y los emigrantes desnudos de vestimenta y papeles que invaden Canarias y Ceuta que, ¡fíjense!, las triquiñuelas ignominiosas de todo tipo de la engañabobos (o cobardes o aprovechados) de Begoña. Además le han convencido -la verdad sin mucho trabajo- de que la única forma de aproximarse a hipotéticos aliados de investidura es coincidir con ellos en los asuntos que descalifican el denominado (y falso) Estado de Bienestar. Claro, que con el PNV mejor que no cuenten: están donde han estado siempre, más cerca de los asesinos que de las víctimas. A mayor abundamiento: las recientes coincidencias entre el PP y lo que queda de Convergencia no revelan un proceso de afección al PP, sino de desafección a Sánchez.

El aguerrido y proceloso, por lo que tiene de complejo, plan de Feijóo, después de este maremoto parlamentario, busca esperanzar en la práctica al electorado (ahora dicen que están en los 150 escaños) y eso sí, separándose definitivamente de Vox, con quien no cuentan ni para recoger una herencia. Y es que encima Vox no mueve un músculo para remover la situación: las últimas declaraciones del desaparecido Abascal no son un aviso a los navegantes del PP; son directamente una amenaza. «Con menas -viene a asegurar el aún líder de la derecha drástica- no hay Presupuestos autonómicos», a lo que los chicos/as de Feijóo responden: «Muy bien, que se vayan de pinza con Sánchez».

El PP va a quitarle las uvas a la izquierda y enviará por la derecha a Vox a que se vaya a vendimiar. En esto consiste también ese giro, esa vista a la izquierda que Feijóo ha empezado a ensayar. Pero, un aviso en forma de constancia: cada vez que el PP parece que lo tiene todo en trance de ganar se atiza un descomunal tiro en el pie. Si son más tontos nacen oveja.

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