¿Pero cómo iban a denunciar a Salazar si Moncloa obligaba a sus víctimas a revelar su identidad?
En una denuncia por acoso sexual, el anonimato -preservar la identidad de la supuesta víctima- es clave. Por eso todos los protocolos serios garantizan que las denuncias anónimas encuentren su cauce a través de canales específicos utilizando formularios web seguros o líneas telefónicas creadas al efecto para proteger la identidad del denunciante y evitar así posibles represalias. ¿En todas partes? No, en todas partes no. En Moncloa y el resto de organismos dependientes de la Administración del Estado -ministerios incluidos-, el protocolo antiacoso, a través del cuál se pueden realizar las denuncias de acoso sexual como las que sufrieron las víctimas de Paco Salazar en La Moncloa, obliga a identificarse con nombres, apellidos, DNI y puesto de trabajo.
Ahora se entiende por qué las denuncias contra la mano derecha de Pedro Sánchez no se canalizaron a través de Presidencia del Gobierno. Porque las mujeres víctimas del deleznable comportamiento del alto cargo socialista quedaban expuestas, al verse obligadas a revelar su identidad. La plataforma interna del PSOE sí permite presentar estas quejas sin tener que dar datos personales de la víctima, pero en este caso las mujeres abusadas por Salazar pensaron -con buen criterio- que al canalizar las denuncias a través de Ferraz su identidad no quedaba suficientemente garantizada por la dependencia absoluta del partido respecto al Gobierno.
Resulta sencillamente vergonzoso que un Gobierno que ha hecho bandera de la defensa de la mujer no haya incorporado a la Administración Pública un protocolo que garantice el anonimato de las víctimas de abuso o agresión sexual, obligándolas a retratarse de forma minuciosa a través de una página que es todo un incentivo para no denunciar.
Este es el Gobierno feminista de Pedro Sánchez, el que obliga a las mujeres a desnudar su identidad a la hora de tramitar una denuncia. Ya sabemos por qué Salazar se fue durante mucho tiempo de rositas. Porque denunciarle se convertía en un ejercicio de alto riesgo.