Sánchez acierta cuando plagia

Pedro Sánchez

Veintidós ministerios, miles de altos cargos, 1.000 asesores, docenas de organismos progubernamentales, para, al final, tratar de apuntarse el tanto con una medida que el primer partido de la oposición lleva meses proponiendo públicamente y que, en segunda y tercera instancia, fue despreciada por la mayoría de los ministros, incluido el propio Sánchez.

Bajar el IVA al gas era de libro. Si la ministra/activista, Teresa Ribera, esposa de un Bacigalupo, es una incompetente (que lo es), lo justo y sensato sería cesarle a golpe de BOE pero no dejar a la pobre mujer en ridículo. Lo mismo del pequeño gran hombre Bolaños que vomitó por su boca todo tipo de sapos y culebras cuando desde el Partido Popular se les ocurrió decir que había que bajar el IVA del 21 al 5 por ciento. No digamos la ínclita Montero (la de Hacienda) y así hasta los 22 miembros del colosal Gabinete.

No debería sorprender al respetable el “modo Sánchez” respecto a ponerse medallas que son del resto de los mortales a los que desprecia. Copiar y plagiar lo tiene acreditado desde sus años mozos. Pregunten por eso a don Jordi Sevilla y a don Miguel Sebastián.

El gran error del presidente Pedro Sánchez es haberse abrazado a socios tóxicos; ahora es ya imposible enmendar el error. Si en lugar de neocaribeños con brazalete (ahí está tenido al sol el brazalete chavista del multimillonario Monedero que intuyo no lo hizo precisamente gratis), amigos de Txapote y Parot, independentistas por precio, hubiera hecho como su teórico colega teutón Scholt y hubiera formalizado acuerdos sustanciales de gobierno con los liberales y en general el centroderecha, probablemente sus cuitas ahora mismo fueran otras y, en cualquier caso, mucho menos acuciantes. Lejos de enmendalla persiste en el error hasta la derrota final.

Si los cuates que le rodean creen que la imparable deriva hacia una derrota de las que hacen época se soluciona arremetiendo a toda hora contra el jefe de la oposición –insultos, manipulaciones, descalificaciones ad hominem- es que, en efecto, no necesitan estar al frente de la nación.

A Sánchez hace tiempo que le miró un tuerto. Eso no sería lo grave. Lo esencialmente dramático del tema es que con su mala suerte y sus condiciones de estadista lo que está en riesgo es la propia nación y su futuro. Que es el nuestro.

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