La nada es más que Yolanda Díaz

Yolanda Díaz

Es enternecedor que después de tantos años hablando bajito y vistiendo de rosa haya tenido que ser miña terra galega la que haya explotado esa burbuja llena de nada que es Yolanda Díaz. Un producto mediático crecido alrededor de la condescendencia propia de quien se cree superior ya no sólo a sus rivales, sino especialmente a sus súbditos. Una socialguardiolista de manual, que diría nuestro equipo de deportes. Un producto creado para asesinar a Pablo Iglesias que va a acabar devorando su espacio electoral por incomparecencia del votante e incompetencia de su líder.

La rojosfera lleva años construyendo a una especie de Ada Colau con aspecto de señora del barrio de Salamanca para satisfacer a todo el espectro político que oscila desde Rita Maestre hasta Merxte Aizpurua. Es decir, desde las mujeres con clase que circunstancialmente son de izquierdas por un ansia revolucionaria derivada de una falta evidente de emoción en su vida, hasta las militantes de verdad, ya sean okupas o voceras de bandas terroristas.

Yolanda Díaz llegó al Ministerio de Trabajo porque el macho alfa la eligió. Consiguió el liderazgo del espacio porque la coleta no habría soportado dejar la vicepresidencia del Gobierno para dársela a su compañera de vida. Se le alzó a los altares porque el dedo divino la ungió y se convirtió en la esposa perfecta del matrimonio de coalición monclovita simplemente porque no estorbaba. Una socialista moderna para los votantes de Malasaña y para los que en cualquier rincón de España sueñan con vivir en Chueca odiando con fuerza a Madrid. La revolución de las sonrisas, los abrazos eternos y los bolsos de 600€ porque para hacer esto de la revolución no hace falta ser una hortera.

Toda esta retahíla de características de Yolanda Díaz puede parecer cruel, pero no es valorativa, es meramente descriptiva. Seguro que a ella le encantaría poder decir que su liderazgo partió de miles de millones de personas que conforman las bases de su círculo, o que los votantes rugían a su paso como no se veía… ¿desde ayer con Ayuso? Sería idóneo que fuera la Evita Perón del siglo XXI, la libertadora de las Américas, la aliada de los gays oprimidos por vaya usted a saber quién, la amiga de los pobres terroristas de Hamás y la voz femenina en un mundo dominado por hombres vestidos de negro.

El problema es que no es nada de eso. No es una líder carismática como Ana Pontón, ni ha sido impulsada por las bases como lo fue Ada Colau, ni es más aliada de la comunidad LGTBi que Irene Montero, ni más proPalestina que Ione Belarra. No es más feminista que Carmen Calvo, ni más popular que Mónica García. No tiene los resultados espectaculares de Carmena, ni la elegancia innata de Rita Maestre o la astucia de Armengol. No es una gestora como Nadia Calviño, ni una heroína de las izquierdas como Pedro Sánchez o una líder con puño de hierro como lo fue Mónica Oltra en Valencia. No es humilde como Teresa Rodríguez, ni intelectual como Errejón. No es culta como Lilith Verstrynge, ni activista como Pam.

No es nada de esto porque en realidad su liderazgo se asienta sobre la tesis de un Pablo Iglesias que buscó a la rival más débil que encontró para que su recuerdo personal siempre perviviera por encima de su legado político. Y evidentemente no es la mosquita muerta que pretendió el podemismo pero mucho menos aún es la líder mundial que Prisa lleva años metiéndonos con calzador. A su 2% en su Galicia me remito.

Yolanda Díaz es producto de su circunstancia. Una líder accidental que ha recogido los frutos de años de siembra de Podemos en un espacio electoral que ya existe porque otros lo crearon y que a cada nueva elección se hace más pequeño por deficiencia política de su liderazgo. La vicepresidenta fashion parece más centrada en seguir siendo fashion que en seguir siendo vicepresidenta, y mientras Moncloa supedite el gobierno nacional a engordar a nacionalistas periféricos de extrema izquierda, el progresismo nacional está condenado a la muerte electoral en pos de la extrema derecha independentista. Todo muy patriota.

Yolanda Díaz no ha muerto políticamente porque en realidad nunca nació. La diferencia entre lo que parecía ser ayer y lo que evidentemente es hoy es que en Galicia, su tierra querida y nuestro bálsamo facha amado, nos han dicho ya cuál es su valor. Concretamente, un dos por ciento sobre cien. Lo escribo con letras, por si acaso el fracaso resuena más. Buena noche la de ayer.

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