Lo que tienen en común Pablo Casado y Salvador Vergés: Vox
Una comparación odiosa, pero ahí va. Dice Pablo Casado que «no estoy en política para llegar como sea, donde sea, ni hacer lo que sea». Lo declara ante la perspectiva de formar gobierno con Vox en Castilla y León o en cualquier otro lugar. Unos melindres asombrosos, teniendo en cuenta que tenemos a un presidente del gobierno que ya ha llegado al poder precisamente “como sea”. A cualquier precio. Vamos, no sólo aceptó a quienes juró y rejuró que no aceptaría: la extrema izquierda de Podemos. No les hizo asco ni a los independentistas condenados por intentar un golpe contra el estado, ni a los herederos de ETA. Con lo peor imaginable.
En el caso del tal Vergés, de Junts per Catalunya, ya no son melindres: es directa negación de los derechos políticos de algunos ciudadanos de Cataluña. El sujeto, diputado en el Parlament de Cataluña, afirma que votará en contra de cualquier propuesta que venga escrita en castellano (lengua oficial de España, su país, ya saben). ¿Exceso de celo en sus ansias de protección de una lengua en riesgo de desaparición? Qué va. Ya saben que no va de eso. Es sólo un pretexto, un instrumento para la construcción de esa Cataluña libre de rastro español que insisten en imponernos.
Efectivamente, le ha faltado poco para añadir que «aunque nos la tradujeran no la votaríamos a favor» pues la presentaba el diputado de Vox Toni López. «Votaremos siempre que no a cualquier propuesta que venga de un partido como el suyo de extrema derecha, un partido que está en contra de los derechos humanos ya favor del patriotismo español más rancio». Y, como fuera que la propuesta se votaba en el marco de la comisión de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Mundo Rural, ha añadido: «No necesitamos que nos ayudéis en el sector primario, ni en el forestal ni en nada».
Pues eso. Que les da igual todo. Aunque fuera una propuesta de resolución sobre la defensa del sector forestal. Fíjense cómo se atribuyen la propiedad del cortijo catalán con su “no necesitamos que nos ayudéis”. El campo, los cereales, los corderitos, el pan de los hornos y las sardinas son suyas si se producen en Cataluña. Y quienes no comulgan con sus barbaridades, usurpadores. Ahora porque es Vox. Pero en Ciudadanos y el PP conocen eso desde hace años.
Vamos mal con los melindres, Sr. Casado. Entre Vergés y López no hay color. ¿Qué hace falta para darse cuenta de que la prioridad es echar a unos socialistas históricamente complacientes (como más de una vez su partido) con los nacionalismos periféricos y el independentismo? El socialismo es el puerto donde se cobija el nacionalismo identitario y supremacista en los momentos bajos. Especialmente en Cataluña.
¿Se ha leído la entrevista a Joaquim Coll que escribió Iñaki Ellakuria en El Mundo la pasada semana? Joaquim Coll es un historiador catalán, constitucionalista y fundador entre otros de Sociedad Civil Catalana. Pero, sobre todo, es un tipo del PSC. Le ayudaría a usted grabarse algunas de sus frases y razonamientos a fuego. Si de verdad entendiera su cabeza, tal vez vería con más claridad qué clase de personas son esas cuya opinión tanto le preocupa. Esas que exhiben una superioridad moral a la que usted sucumbe y se acoquina. ¡Son con las que tiene comprometida Sánchez su legislatura!
Dice Coll: “Algunas críticas que se le hacen a Sánchez son excesivas y están basadas en la mentira. Porque al final Sánchez no deja de ser un político que intenta sobrevivir y retener el poder. Algo normal.”
Para ellos, el “cómo sea” es normal, Sr. Casado. Actúe en consecuencia.
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