Lo insólito no es la actitud del Rey sino que Sánchez gobierne con chavistas y proetarras

Rey Felipe VI
Lo insólito no es la actitud del Rey sino que Sánchez gobierne con chavistas y proetarras

La Casa del Rey ha revelado, por primera vez, el patrimonio de Felipe VI, que asciende a la cantidad de 2.573.392,80 euros. De ellos, 2.267.942,80 euros en depósitos en cuenta corriente o de ahorro y valores representativos de la participación en fondos propios de cualquier entidad  y 305.450 euros «en objetos de arte, antigüedades y joyas de carácter personal». Dicho patrimonio está constituido principalmente por las retribuciones que ha percibido de los presupuestos de la Casa del Rey a lo largo de estos últimos 25 años; primero como Príncipe de Asturias a partir 1998 y posteriormente como Rey a partir de 2014. En total ha percibido 4.275.796,94 euros brutos, cantidad de la que deben deducirse las retenciones fiscales e impuestos satisfechos durante ese tiempo.

La decisión de comunicar su patrimonio es un saludable ejercicio de transparencia que se enmarca en la voluntad del jefe del Estado de contribuir a la regeneración de la vida pública. No parece que nadie pueda considerar excesivo ni el patrimonio ni las retribuciones percibidas a lo largo de 25 años por el Rey Felipe VI. Tampoco nadie puede escandalizarse por el hecho de que el Rey haya previamente comunicado su decisión al Gobierno, al PP y a los portavoces de los grupos parlamentarios, todos menos los de ERC, Junts, la CUP y Bildu. No se trata de excluir a nadie, porque quienes se han excluido del pacto constitucional son los partidos que no reconocen el régimen del 78. Y es que fue la propia ex vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo quien aseguró que cualquier consideración de reformas de la Corona se abordaría con los partidos que reconocen nuestro marco constitucional. Lo insólito no es que el Rey no haya comunicado su patrimonio a golpistas y proetarras, sino que Pedro Sánchez gobierne gracias al apoyo de quienes no forman parte del pacto constitucional. Eso sí que es insólito en una democracia.

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