Kale borroka en La Vuelta


Los expertos en detectar nazis ven fascistas en cada esquina pero se les nubla la vista ante las banderas de los terroristas de Hamás. Los mismos que gritaron en su día «ETA mátalos» gritan ahora «Hamás mátalos», como rezaban las pintadas con las que vandalizaron el antiguo cementerio judío del barrio de Judimendi en Vitoria. No es casual que detrás de la asociación que organiza el boicot a La Vuelta está el etarra Ibon Meñika, un hombre de paz que pasó de recaudar para ETA a liderar protestas pacifistas que callan ante masacres de civiles como la del 7 de octubre: 1.195 judíos asesinados y otras 251 secuestradas. Los muertos israelíes nunca sumarán para un genocidio.
«Me encanta la solidaridad de mis paisanos sólo con los asesinados de fuera de sus fronteras», ha ironizado Iñaki Arteta. Desde las terminales mediáticas del Gobierno justifican la violencia contra el equipo Israel-Premier Tech porque, como dijo la vocera presidencial, Silvia Intxaurrondo, «la violencia no es la protesta, la violencia es el genocidio». Palabras que recuerdan a aquel Pablo Iglesias emocionado hasta las lágrimas con las imágenes de unos salvajes pateando la cabeza de un antidisturbios.
No sólo vimos banderas palestinas sino también iraníes para recordar quién paga la fiesta: la teocracia que ejecuta mujeres por no llevar bien el velo. El Gobierno feminista está encantado con la performance. La discriminación por razón de nacionalidad y la coacción física ejercida sobre un equipo deportivo entran dentro del «tiempo nuevo» que nos anunció Pepa Bueno. No por nada este Gobierno sienta en su Consejo de Ministros a una ministra declaradamente antisemita como la comunista Sira Rego, que aboga por exterminar Israel al grito de «¡Desde el río hasta el mar!». El manual es siempre el mismo: cambiar de causa pero no de método.