La importancia de la política económica

La importancia de la política económica

Esta semana se ha conocido la estadística de transmisión de derechos de la propiedad correspondiente al mes de agosto, registro publicado por el INE. Pues bien, dentro de dicha estadística se encuentra la compraventa de viviendas, que recoge las transacciones que se realizan en el mercado inmobiliario. Su dato del mes de agosto es desalentador: en términos interanuales cae un 21,1% a nivel nacional, mientras que en el mismo mes del año anterior crecía un 7,8% interanual. Es decir, el deterioro ha sido de 28,9 puntos, que da una idea de la magnitud de la caída.

¿Qué implica eso? Dos cosas: la primera de ellas, que la recaudación de las CCAA por el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales está cayendo rápidamente. La segunda, muestra, con otro dato más, que las familias están incrementando su prudencia a la hora de tomar decisiones de inversión o de consumo duradero, que implique un importante desembolso económico y que las comprometa por un período largo de tiempo.

Eso se deriva de un empeoramiento de expectativas económicas, deterioro que se ha ido acelerando y que se debe a diversos factores: el interno, con la inestabilidad económica que se ha asentado en España desde la moción de censura, sin presupuestos, sin gobierno y sin rumbo económico claro, elementos a los que se une el miedo a que una política económica populista pueda llegar a imponerse en España derivado de las alianzas que ha buscado el PSOE; el otro elemento, es el conjunto de circunstancias internacionales que ensombrecen el horizonte, como son la guerra comercial de Estados Unidos con China y lo que puede ser el inicio de otra guerra comercial con la UE, el posible Brexit abrupto y las tensiones en Arabia e Irán y su posible repercusión en el precio del petróleo.

Eso empieza a notarse en los datos macroeconómicos, como éste, y, sobre todo, en la evolución global de la actividad económica, con constantes revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento y con un empeoramiento del empleo, que no cesa.

Ante esto, en el plano interno va a importar muchísimo la decisión que los electores adopten para el diez de noviembre, pues de su voto va a depender la política económica que se aplique. La economía española, que tiene unos estructurales sólidos, sin embargo no puede arriesgarse a deslizarse por la vía fácil del gasto público, porque el llegar a crear una estructura económica fuerte ha costado mucho después de la destrucción que sufrió con las decisiones económicas internas de 2005 a 2011, que la dejaron muy maltrecha. Se estabilizó y fortaleció después, pero ahora no aguantaría un crecimiento del endeudamiento, pues ronda el 100% del PIB y no hay margen alguno.

Por eso, el programa del PSOE no es creíble, porque es de imposible aplicación, salvo que no les importe poner en riesgo a la economía española. Los propios socialistas deberían moderar su discurso y retornar a una política económica sensata, que evite esos graves riesgos que podría correr la economía de apostar por sus 35 medidas o, peor todavía, por las famosas 370 que, de momento, no han vuelto a publicar, pero que no significa que no las vayan a aplicar. Por eso es muy importante la política económica que se elija. Puede ser bueno para ello el recordar qué se sufrió entre 2009 y 2014 derivado del escenario provocado entre 2005 y 2011.

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