«Gabilondo vive, la lucha sigue»
A tenor de las encuestas que dan la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento de la capital a la izquierda el próximo 26-M, tiene razón Casado en su aflicción por la irrupción institucional de VOX y tiene razón al hablar de la responsabilidad de los de Abascal en el fraccionamiento del voto de derechas. Pero, al mismo tiempo, la irrupción de VOX es culpa y consecuencia inevitable de la decisión del Partido Popular de convertirse en más izquierda que la izquierda a partir de la mayoría absoluta de Rajoy en 2011.
Antes de que Mariano Rajoy la pasara por el mortero y el pilón del zapaterismo, la derecha era una. Ahora, la derecha son, de facto, tres partidos. Tres: el Partido Popular, Vox, y, aunque sea por pura formalidad, Ciudadanos, la insólita ‘derecha’ que casi llevó a Sánchez a La Moncloa en 2016. Y mientras haya tres partidos peleando por el mismo espectro, la derecha no volverá a gobernar en España.
Es de toda la lógica pensar que, en el transcurso del tiempo, a medio y largo plazo, alguna de las tres siglas se escindirá o bien acabará por fundirse en una, previsiblemente en aquella con mayor implantación territorial y que logre encontrar el sagrado oropel de un líder carismático, pero lo cierto es que, ahora y en los próximos 8 años, la derecha no volverá a regir un ayuntamiento o Comunidad importante hasta que no una sus tres fuerzas y todos sus recursos en una sola candidatura con el objetivo de que impedir gobiernen los sicarios imberbes del Cártel Castro-Venezolano.
Ya he escuchado a muchos madrileños, confesos liberales de derechas, incluso de los tienen responsabilidades en las lides empresariales, decir eso de “a mí Gabilondo me cae bien y es un tío moderado”. Les sugiere Gabilondo, al parecer, una figura indulgente y compasiva inherente al político por su pasado jesuítico. Una especie de ‘padre Ángel’ capaz de hacer calar en la sociedad madrileña a salvo del impuesto de sucesiones durante años, que la expropiación que nombra heredera universal de las herencias de las clases medias y bajas a la administración pública, es algo legítimo y de justicia. Gabilondo quiere implantar un impuesto declarado ilegal por el Tribunal de Justicia Europeo, e inconstitucional en el artículo 31 de la Constitución Española por ser manifiestamente confiscatorio, pero es que a Gabilondo le pasa un poco lo mismo que a Iceta. Que aunque te avisen de que te van a robar la casa de tu padre o a plantar un referéndum ilegal para laminar España, no pueden ser malos porque los gorditos con el dominio de la homilía redistribuidora, hondas entradas y una evidente presbicia, inspiran ternura.
Así que parece que ‘El curita emérito’ del PSOE que propone asaltar la propiedad en contra de todos los preceptos teológicos basados en que la propiedad y la libertad son indisolubles y están ligadas a la dignidad del hombre podría gobernar Madrid con el indispensable apoyo y consecuente mando de Más Madrid, la plataforma de Errejón, el monaguillo bolivariano escondido bajo “la sotana del padre” que también se bregó en la Bolivia de Morales, que cobró una beca de 1800€ al mes sin poner un pinrel en la Universidad de Málaga, y que justifica que las colas con las cartillas de racionamiento de Venezuela se deben a que el dinero brota de los árboles en su Venezuela. Gabilondo será la mascota de Errejón para la consecución de las fórmulas socialistas de las que se ha librado la Comunidad de Madrid durante los últimos 20 años en los que se ha convertido en lugar de refugio de los españoles ‘periféricos’ escapados del nacionalismo y de las políticas comunistas que son un puro fiasco para el desarrollo humano. “Gabilondo vive; la lucha sigue”.