Un gran presidente del Gobierno de España, si no fuera por los enemigos de España

Feijóo presidente

El discurso de investidura de Alberto Núñez Feijóo no servirá para abrirle las puertas del Gobierno de España, pero sí para mostrarle a los españoles que tiene hechuras de sobra para ser presidente del Gobierno. Todas sus intervenciones -su discurso inicial y sus réplicas- revelaron que estamos ante un político de notable talla política y que su diagnóstico y soluciones a los problemas de España están marcados por un sentido de la responsabilidad que contrasta con el relativismo moral de Pedro Sánchez.

La triste paradoja nacional es que alguien que podría ser un gran presidente del Gobierno de España no lo vaya a ser -al menos, por ahora- por la creciente retroalimentación de intereses entre el socialcomunismo y los enemigos de España. Feijóo acertó a desnudar la cobardía moral de un Pedro Sánchez que prefirió no dar la cara para no tener que dar cuenta de sus ignominiosos pactos con los separatistas. Provoca amargura comprobar cómo alguien que expresa su decidida determinación por preservar el marco constitucional del 78 y la unidad nacional, alguien que ofrece pactos de incuestionable sensatez para volver a situar a España en los cauces de la moderación, no logre su propósito de ser presidente del Gobierno de España porque el PSOE ha decidido unir su destino a quienes no tiene complejo alguno en manifestar que su objetivo es romper el marco constitucional y la unidad nacional.

El sanchismo ha pervertido los valores más altos de la democracia española y, en consecuencia, ha acuñado un concepto de la legitimidad democrática que enmascara la realidad, porque será legal que Sánchez, con los votos de los separatistas, siga en la Moncloa, pero los medios para perpetuarse en el poder son de una vileza y ruindad incuestionables. Feijóo se presenta ante los españoles como alguien que podría ser un gran presidente del Gobierno de España, razón por la que los enemigos de España prefieren a alguien como Pedro Sánchez. Todo un sarcasmo con marchamo de impostada legalidad. Toda una tragedia nacional.

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