El efecto estéril de las subvenciones

El efecto estéril de las subvenciones

Durante estos días, hemos conocido un estudio realizado por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) en el que analiza el gasto público ejecutado a través de las subvenciones o de instrumentos parecidos. Su conclusión es clara y su veredicto concluyente: esa gran cantidad de dinero público que se distribuye a través de las subvenciones se disuelve como un azucarillo en el agua, pero sin efecto alguno.

Así, dentro del análisis de lo que son las subvenciones -salida de dinero público sin contraprestación directa- la AIReF ha trazado un perímetro que le ha permitido evaluar la estrategia y procedimiento de la concesión, seguimiento, evaluación, resultados y retorno de las subvenciones, estructurado en tres ejes: la estrategia de las mismas, la coordinación administrativa y el análisis de los procedimientos.

Pues bien, el resultado no puede ser más desalentador. En primer lugar, porque la AIReF considera que ni siquiera es posible estimar exactamente el importe exacto de las subvenciones anuales en España, al no haber ni una única fuente ni un único concepto de subvención. No obstante, aproxima la cifra a 14.000 millones de euros anuales, de los que la mayoría -9.700 millones- son concedidos por las comunidades autónomas.

En cuanto a la planificación estratégica, la AIReF considera que los planes estratégicos de subvenciones son heterogéneos tanto en su estructura como en su contenido y duración, al tiempo que muchos no cumplen con las garantías necesarias de publicidad. Del mismo modo, no están alineados ni con las políticas públicas ni con los planes sectoriales.

Además, hay una ausencia completa de coordinación administrativa, que hace que las subvenciones estén, en muchos casos, solapadas, que no haya una verdadera colaboración entre las administraciones y que las conferencias sectoriales se conviertan en un mero reparto de fondos hacia los entes regionales y locales, primando en el debate, además, los criterios políticos en lugar de los técnicos. El abuso posterior en las subvenciones nominativas que destaca la AIReF tiene mucho que ver, sin duda, con esos criterios más políticos que técnicos.

Por último, en cuanto al análisis de procedimientos, la AIReF resalta que, además de generar burocracia innecesaria, sólo controla la legalidad del procedimiento, sin centrarse en lo esencial, que es la eficiencia y eficacia de la subvención concedida, que es tanto como decir que no sabemos realmente si el dinero público que se reparte en subvenciones y que pagamos con nuestros impuestos sirve para algo, o, al menos, para algo eficiente, que es para lo que debería servir.

En conclusión, cuando los amigos de los incrementos sin medida del gasto público reclaman más y más miles de millones de euros para gastarlos, habría que recordarles que una institución como la AIReF destaca que muchos de esos miles de millones se están gastando sin una estrategia clara, duplicándose las subvenciones en muchos casos por la descoordinación existente entre administraciones y sin medir si realmente sirven para algo positivo adicional a repartir una partida de dinero entre los subvencionados.

Cuando un político diga que va a aumentar el gasto, inmediatamente debemos traducirlo por la idea de que va a subir los impuestos. Con esa traducción, ese buenismo del intervencionismo ya no suena tan bien, ¿verdad? Y suena mucho peor cuando se constata, como ha hecho la AIReF, que una gran parte del dinero que todos pagamos se va por el sumidero sin control ni efecto alguno.

  • José María Rotellar, Profesor de la UFV, del CES Cardenal Cisneros y del Trinity College

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