¿De dónde viene usted?

¿De dónde viene usted?

Anda agitado el hemiciclo. Con esto de estar tanto en casa y no poder sacar a pasear las hormonas, algunos de nuestros diputados se nos están poniendo bravos.

Hace unos días fue Carmelo Romero, diputado del PP, quien le gritó «vete al médico» a Íñigo Errejón, cuando éste preguntaba por la salud mental al presidente del Gobierno. Y esta semana, la Ministra de Educación contestaba con un despectivo «¿pero usted de dónde viene?» a Juan José Matarí, del PP, cuando defendía a los centros de Educación Especial que la nueva Ley deja a los pies de los caballos.

En su intervención, el Sr. Matarí relató su propia experiencia, de forma emotiva, y agradecido con un sistema educativo que conoce bien por haberse formado allí su propia hija con síndrome de down, que ahora ya tiene 25 años y ha llegado a la universidad.

«¿De qué lejos viene usted? Usted no tiene ningún contacto ni con el mundo educativo, ni con los padres, ni con los hijos, ni con los profesores. Usted no sé de qué habla», contestó, prepotente, la Ministra, que se crecía con las risas que despertaba entre los palmeros de su bancada.

Era la forma de despreciarle, a él y a su experiencia, de decirle que no tenía ni idea. Quizá ella sepa más de lo que conviene a los menores con discapacidades gracias a las Irlandesas, el colegio de élite al que fueron sus hijas.

Eso no es nuevo, los socialistas siempre han pensado que saben mejor lo que nos conviene a los ignorantes ciudadanos que nosotros mismos. De ahí que siempre quieran elegir por nosotros, no vayamos a equivocarnos.

Pero de eso ya hablaremos otro día. Hoy toca hablar de exabruptos parlamentarios. Y creo que estarán de acuerdo en que a todo el mundo, independientemente de su ideología, se le puede ir alguna mala palabra por la boca. Por ello, tan importante es intentar evitarlo, como la forma en la que  reaccionamos cuando ello ocurre.

Si somos el ofensor, podemos reaccionar como el diputado Romero, que ha pedido perdón; o como la ministra, de la que aún se espera que reconozca su falta de respeto.

Si somos espectadores, podemos acallar al ofensor, como hicieron con su aplauso a Errejón muchos diputados, algunos también del PP; o podemos alentarlo, como los diputados del grupo socialista, riendo la chulería de la ministra.

Y si somos informadores de lo ocurrido, ¿Cómo podemos reaccionar? Podemos anteponer profesión a ideología o ideología a profesión. Podemos hacer como este medio en el que les escribo y otros tantos que han informado de los dos casos; o como otros que solo informan cuando interesa, solo si la ofenda viene de la derecha, solo si la noticia sirve a su ideología.

Prueben a buscar en varios diarios que empiezan por P, todos ellos de corte monclopodemita, alguna noticia sobre la intervención de Celaá. Para ellos, que una ministra de Educación intervenga de ese modo y que la Plataforma Educación Especial Sí, Inclusiva También haya pedido su dimisión, no es noticia, pero sí lo es que un diputado por la provincia de Huelva dijese “vete al médico”.

O son noticia las dos o ninguna, salvo que la información esté al servicio de la ideología. Puro sectarismo.

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